¿Quién que no haya recorrido el Camino de Santiago no se ha hecho alguna instantánea con el fraile del Cebreiro? Con el paso de los años, tan popular como el punto mítico, el fin o comienzo de etapa de la vía, era José Quintela Arias, actualmente con 58 años y que procesaba la orden franciscana atendiendo el santuario de O Cebreiro.
Su amabilidad era su seña de identidad, junto a u aspecto medieval, su barba y sus gafas. No le importaba hacerse selfies con los miles de turistas y caminantes y lo mismo explicaba los misterios y recovecos del recinto sagrado como sellaba la credencial o ayudaba en todo tipo de información. “Era muy apreciado por su compromiso social y por la acogida a los peregrinos que realizaba en este punto emblemático del Camino, puerta de entrada de la ruta jacobea a Galicia”, explican vecinos del pueblo.
Nadie sospechó jamás que bajo este aspecto se presumía un depredador sexual. Los delitos de los que se le ha acusado son de presuntos abusos sexuales y de prostitución con una menor. Además de apropiación indebida, correspondiente al dinero del santuario. El Tribunal Superior de Justicia de Galicia le ingresó en la cárcel de Bonxe. Su abogado reconoció en su momento los escarceos, “consentidos”, con la menor, pero niega todo lo demás. “Se me fue la cabeza”, “caí en la tentación”, explicó José Quintela a la prensa gallega.
El caso, seguido en Lugo y en toda Galicia, ha sido motivo de repulsa de la diócesis lucense y a cada cierto tiempo gotea alguna noticia de actualidad en su instrucción. De momento, O Cebreiro ha perdido desde hace meses a uno de sus personajes típicos sin llegar a imaginarse la presunta historia truculenta que se quiere dejar atrás.