PREMIOS MUJER 2024

Expectativas fallidas

 

Esta vez ningún partido político debería proclamarse ganador de las elecciones generales del domingo 20D. Todos han perdido y mucho. Tanto en la provincia leonesa, como a nivel nacional. Comenzando por el partido en el gobierno en los últimos cuatro años, el PP, que ha perdido unos sesenta escaños en el Congreso de los Diputados, cientos de miles de votos y, por consiguiente la mayoría absoluta. Ha sido, eso sí, el partido más votado, pero con una mayoría tan minoritaria que abre dudas sobre la posibilidad de que la esfinge Rajoy vaya a ser capaz de promover una estrategia de negociación política, que es la que el pueblo español demanda en estos momentos a través de las urnas.

El PSOE también ha quedado muy tocado, al cosechar el peor resultado de toda su historia en unas elecciones generales. Podrán ponerse una tirita en la tremenda hemorragia asegurando que son el partido de izquierdas más votado y el único que puede articular una alternativa de gobierno desde esa posición. Muy débil argumento. Pedro Sánchez ha fracasado en su intento personal de cerrar el debate sobre su liderazgo en el seno de su propio partido. Más leña al fuego.

Por su parte, los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, no han cubierto sus propias expectativas. Los dos han obtenido uso resultados espectaculares, sobre todo Podemos, al pasar de cero al infinito, pero, de nuevo, no son los resultados que ellos mismos esperaban ni los que las encuestas les pronosticaban. Ninguno de los dos se ha convertido en bisagra imprescindible o decisoria ni en árbitros únicos. Los dos están obligados a rebajar la euforia inicial y a trabajar con sentido común para consolidarse como partidos nacionales a medio y largo plazo. No vayan a ser flor de un día.

En definitiva, una auténtica  cura de humildad para todos los partidos políticos y un mensaje claro de los ciudadanos: hemos castigado la soberbia de la mayoría absoluta del PP y su falta de iniciativa para promover las reformas necesarias, así como la ausencia de una oposición creíble y eficaz;  así que ha llegado la hora de dar una oportunidad a los partidos emergentes y abrir, entre todos,  un nuevo periodo histórico de negociación  y de diálogo, muy parecido al periodo constitucional de finales de los años setenta y comienzos de los ochenta del pasado siglo.

Hay quien califica de monumental lío los resultados electorales del domingo. Pero no tiene por qué ser así. Esos resultados son una gran oportunidad, un reto para llevar a cabo las grandes reformas y actualización que necesita nuestro sistema político y hacerlo como en el año 78; es decir a base de cintura política, de capacidad de renuncia, de iniciativas generosas, de ambición por el cambio y todo ello con mucho diálogo y negociación.

La fragmentación del Congreso de los Diputados refleja la realidad del país y el sentir de sus ciudadanos. Lo del Senado es un espejismo o un reflejo de la irrealidad. Da igual que el PP tenga la mayoría absoluta en la Cámara Alta. Es irrelevante políticamente. El Senado está tan mal diseñado que en vez de servir para aportar soluciones o alternativas su anomalía política sólo puede servir para dificultar o, al menos, retrasar, las iniciativas de cambio que necesita España. Así que ya saben los políticos por donde deben comenzar su tarea de reformas consensuadas: por eliminar el Senado o, al menos, por darle una orientación más territorial.

Se presenta un 2016 políticamente apasionante.