La madrugada de este domingo, el último de octubre, se produce el habitual cambio de hora del otoño: a las 03.00 de la mañana habrá que retrasar el reloj a las 02.00, recuperando así el horario de invierno. Así se hará de noche antes pero amanecerá antes también.
Con este cambio se da cumplimiento a la Directiva Europea del Cambio de Hora para favorecer el ahorro energético y que comenzó a generalizarse, aunque de manera desigual, a partir de 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo. Algunos países decidieron entonces adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación, cifrado por el IDAE en hasta un 5%
Se aplica como directiva obligada en la Unión Europea desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años. Para los cambios de hora se eligió los últimos domingos de marzo y de octubre.
Los críticos del cambio de hora, cada vez más, alegan que los estudios existentes al respecto no son concluyentes y que el ahorro de energía es mínimo.
Los efectos sobre personas sanas son mínimos pero pueden sentirse más cansadas de lo habitual por el ligero cambio vigilia-sueño que sin embargo se ajusta en unos pocos días. Sin embargo, en personas muy sensibles o enfermas, los cambios pueden influir en mayor medida sistema nervioso central, provocando somnolencia, irritabilidad, dificultad para mantener la atención, problemas de concentración y de memoria.
Lo que sí está claro es que esta noche podremos dormir una hora más.