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Espionaje en la Guerra Civil: Bando nacional

Como en todas las guerras la información sobre el enemigo se revela como vital. Ambos bandos se dotaron de sus servicios de inteligencia, más comúnmente conocidos como espionaje. Aunque la fractura en los servicio de inteligencia republicanos provocada por la guerra obligó a ambos bandos a improvisar y hacer lo que pudieron, lo cierto es que con el transcurso de la contienda consiguieron articular unos servicios de inteligencia eficaces.

 

En lo que respecta a los denominados tradicionalmente como nacionales una vez estallada la contienda, existían tantos servicios de información como facciones lo integraban. Así, los falangistas tenían el suyo, los carlistas igual, el Ejército lo mismo… se hacía necesario unificar todas las fuentes del espionaje. Esta iniciativa correspondió al general Mola quien creó el SIFNE (Servicio de información de la Frontera Noroeste) Contó para ello con el apoyo de Francesc Cambó de la Lliga Regionalista Catalana.

 

Ante la necesidad de coordinar este servicio con el espionaje militar, el general Franco haciendo uso de su visión práctica de militar, en 1938, ordenó fusionar ambos servicios en el que se denominó SIPM (Servicio de Información y Policía Militar) El encargo recayó en el coronel Ungría.  Catalán, había conocido a Franco en Francia cuando ambos se estuvieron formando en la Escuela Superior de Guerra de París. El estallido  de la guerra lo pilló en Madrid y estuvo a las órdenes del general Miaja hasta que a través de la embajada francesa consiguió pasarse al bando nacional. Fue la verdadera sombra de Franco durante la guerra.

 

La operación quizás más importante del SIPM fuera las negociaciones con el coronel Casado del bando Republicano para conseguir la rendición de su Ejército. Esto ocurría a principios de 1939. No cuajaron las negociaciones y la historia es ya sabida de que los nacionales avanzaron hacia Madrid y la rápida conclusión del conflicto. Digo quizás porque en estas cosas del espionaje nunca se sabe lo que realmente se hizo ni quien.

 

Lo cierto es que este servicio llegó a contar con 30.000 efectivos, un verdadero Ejército entre militares y civiles, entre estos últimos una gran cantidad de mujeres. Famosa fue la denominada Quinta Columna de Madrid que facilitó información de forma permanente desde la capital a las tropas nacionales. Entre sus miembros se encontraba el que fuera Teniente General Gutiérrez Mellado que tantos servicios prestó a España en la época de la Transición.

 

Las labores de espionaje sacan a flote de una manera muy clara la naturaleza humana. No todo es blanco o negro, siempre hay matices como en la vida misma. Esto queda claro en la operación realizada por el SIPM denominada  “Bennamur” que sería el nombre en clave del propio servicio de inteligencia franquista. En esencia consistió en un acuerdo con militantes de Izquierda Republicana en la ciudad de Murcia. Mediante dicho acuerdo, militares y civiles de esa organización política se comprometían a hacer lo que se les indicara a cambio de obtener protección cuando la ciudad cambiara de bando.

 

El 5 de enero de 1940 se firma la Orden de Desmovilización del SIPM. Tras ella se procede a la desarticulación de este servicio de inteligencia que tan decisivo fue en la victoria del bando nacional. Ya no era útil tal y como estaba concebido y fue necesario crear una nueva estructura de información para cubrir las necesidades del nuevo Estado. Así, se repartieron la información entre la información militar y la policía, cada uno según lo que resultaba de su interés. Los agentes que quisieron seguir en activo y que no fueran profesionales podían seguir colaborando, eso sí, gratuitamente.