Andan las bases socialistas leonesas un tanto desnortadas, dubitativas, expectantes y esperando algún tipo de señal divina que muestre el camino a seguir. Todos lo tienen claro. Pedro Sánchez marca desde Madrid las consignas. Y todos a obedecer. Pero qué tienen que obedecer, se preguntan. Esa es la cuestión. Ahora, se mira a Valladolid, no a Óscar Puente, que es un perfecto desconocido sino a las consecuencias del próximo congreso regional. Tudanca es el único candidato. Jugó bien las cartas de la ambigüedad y ganó. Apostó al final por Sánchez, mientras otros, como en el caso de León, aguantaron la apuesta por Díaz. Ahora, nadie va a discutir a Tudanca como secretario general del PSOE de Castilla y León. Y con plenos poderes. No es un lumbreras ni un gran parlamentario. No tiene carisma ni es un líder nato, pero es el delegado del jefe de Madrid. Y tiene el respaldo del vallisoletano Puente y del leonés García del Blanco. Y como ya no hacen falta mayorías a la búlgara, con un sesenta o setenta por ciento de apoyo de los delegados es suficiente.
Lo importante para los intereses leoneses es conocer quiénes van a ser los hombres de Tudanca en la provincia. García del Blanco, recién estrenado en su reconquistado puesto de la ejecutiva nacional, no para de hacer declaraciones con un talante moderado. Ojo, moderado, que no conciliador. Sigue el modelo de Sánchez, quien ha hecho en Madrid una ejecutiva sólo para él, sin integración, salvo el caso aislado de Patxi López o el barón de Extremadura. Casos aislados. Los sanchistas van de ganadores con todas las consecuencias. Y, como una mancha de aceite, así van a actuar en las organizaciones regionales y provinciales del partido. Van a pasar la apisonadora. Quieren un partido sanchista, sin fisuras.
Y un partido claramente de izquierdas. Abandonan el centro izquierda hacia una posición claramente de izquierdas. Quieren arañar votos a Podemos y para ello utilizan un lenguaje similar. Ahora se han sacado de la manga el efecto CETA o la oposición a medias tintas del tratado de libre comercio con Canadá. No se sabe muy bien qué consecuencias tendrá la abstención socialista, quizás ninguna práctica, de ahí que Sánchez haya dado ese golpe de efecto. Porque, al final, sólo se trata de eso, de impresionar, de hacer un guiño a la izquierda izquierdosa, a los jóvenes, a los anticapitalistas, a los decididamente antiderechistas. Quiere marcar distancias sobre la política derechista y ultraliberal de Rajoy. Da igual que se deje algunos pelos en la gatera del europeísmo. La abstención en el tratado de libre comercio con Canadá es sólo un gesto. En septiembre vendrá la prueba del algodón, la negativa a apoyar el techo de gasto, previo a los Presupuestos Generales del Estado. Desde Podemos se aplaudirá a rabiar.
Hablan los hombres de Sánchez, mientras éste calla. Como en el caso del leonés García del Blanco, interpretan las señales de Sánchez. Son sus oráculos. Y Sánchez calla y actúa. Está en la primera fase de la consolidación de su liderazgo. El mensaje es sólo uno: somos la izquierda. Pues a demostrarlo con hechos. No hay ruedas de prensa ni declaraciones. Sánchez prefiere un perfil de comunicador bajo. Ahora toca gestos y controlar el partido. Colocar en las regiones y en las provincias a sus leales. Pasar factura a los barones y a los más destacados susanistas. Andalucía puede esperar, aunque no mucho. Todo tiene su tiempo.
Por eso en las bases socialistas leonesas hay una mezcla de expectación y vibraciones de cambio, pero también de hartazgo y mucho cansancio. Buscan nuevos referentes y no los encuentran. Será cosa del calor. Se impone esperar en la sombra.
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