Después de tener que aplazar el concierto previsto para el pasado mes de diciembre, Los Secretos llegan este viernes a la Sala La Vaca de Ponferrada con su gira Recuperando las emociones. El cantante del grupo, Álvaro Urquijo, repasa en esta entrevista la historia de uno de los grupos más míticos de la música española y el presente de una escena musical muy diferente a la que conocieron en sus inicios a finales de los setenta.
¿Está recuperado de los problemas que le obligaron a parar la gira en noviembre?
Sí. En realidad no era nada grave, una lesión asociada al uso excesivo de algo. Como les pasa a los futbolistas con las sobrecargas, en el mundo de los vocalistas, los locutores o los actores hay pequeñas lesiones que tienes que pasar por el quirófano para solucionarlas. No es ninguna enfermedad, sólo una limpieza de las cuerdas vocales para quitar un pólipo. La cosa es que tienes que estar un mes y medio entre que te operan, empiezas a hablar, trabajas con foniatras… Es un tiempo llamativo sin poder cantar, pero por seguir con el símil del fútbol, estaba jugando infiltrado. Había anomalías en mi forma de cantar desde junio y estuve aguantando con bastante dignidad hasta que en octubre las pasé canutas para llegar a notas en algún concierto y vi que la solución pasaba por operarme. Sobre todo es por seguridad en el escenario, porque mucha gente ni se enteró, pero es como si fueras guitarrista y tuvieras dos dedos insensibles.
¿Qué podemos esperar de esta gira de Los Secretos?
En 2019 hicimos un disco –Mi paraíso– que nos chafó la pandemia y la verdad es que nos hemos desinflado con la motivación de nuevos trabajos, porque te tiras un año trabajando y ves que el disco no tiene la respuesta que debiera tener. Y no hablo sólo de Los Secretos, hablo de cualquier disco. A veces me mandan enlaces de bandas españolas muy buenas y dices “me encanta este grupo”, pero luego ves que el vídeo es de 2013, ¿cómo es posible que no los haya conocido antes? Es la cruz de los grupos nuevos, que no tienen un hueco en el mercado. No se venden discos, la radio comercial no pone a grupos que no tengan muchos seguidores, la radio clásica tira de oldies y la televisión no te hace ni caso, aunque hay muchos programas que podrían tener actuaciones en directo. Nosotros vivimos en esa dicotomía, asumimos que somos unos oldies que convivimos con vivos. ¿Qué nos queda? Nos queda el directo.
Si un grupo se tira 45 años con todo lo que nos ha caído a nosotros es porque el público ha tenido un papel esencial, porque aunque no estés sonando en los medios siguen consumiendo tu música y queriendo verte en directo. Eso nos ha pasado hasta en los momentos más duros, que íbamos a tocar a una sala pequeña y te encontrabas 500 personas que se sabían de memoria tus canciones. Cuando te das cuenta de eso, sigues creciendo como banda a pesar de no estar en los medios, sabes cuál es tu forma de hacer las cosas, que es el directo, y lo perfeccionas, metes más gente en el grupo, mejoras los equipos, los técnicos… Somos una garantía de que no vas a perder el tiempo en nuestros conciertos y correspondemos al público ofreciendo el mejor show que podemos.
¿Y qué se están encontrando en la gira, cómo es ahora el público de Los Secretos?
Vienen muchos padres con sus hijos y hasta con sus nietos, lo cual es preocupante porque nosotros tenemos la edad de los abuelos (ríe). Mira, yo me he educado en una familia en la que a mi padre le gustaba mucho la música y a mí me gustaba lo mismo que a él. No veo tanta diferencia ahora con el público. Me siento orgulloso de ser la banda sonora de tantísima gente en una época en la que la música lo fue todo para este país. Los 80 y los 90 no se van a repetir en cuanto a creatividad y libertad en la música. La música no sabe de razas, de etnias ni de nada, la música es libertad y esa palabra nos hace libres a nosotros, porque sigues tocando independientemente de los seguidores que tengas y de la edad. Somos privilegiados donde los haya y conscientes de a quién le debemos esa suerte. Por eso tenemos un porcentaje del repertorio que es cambiante, pero ahí están nuestros clásicos, que es lo que quieren oír porque forman parte de una memoria colectiva. Hacemos historia con familias españolas.
¿No se cansan de tocar esos clásicos una y otra vez?
Por un lado, si sólo fuera eso, te diría que sí, que es aburrido tocar siempre la misma canción, pero lo que lleva detrás es lo que lo cambia todo, porque cuando la tocas ves que la gente se pone feliz, nostálgica, ¡hasta lloran! Entonces cobra el mayor de los sentidos y eres conscientes de por qué y para qué estás ahí. Yo como público soy muy parecido al mío y cuando voy a un concierto agradezco mucho que toquen mis canciones favoritas. Si tengo 25 canciones no voy a tocar 13 del último disco, ocho del anterior y tres éxitos. Tenemos que cumplir con la audiencia que nos mantiene en los escenarios.
Hay gente como James Taylor o Sting con setenta y pico años que a saber cuántas veces ha tocado sus canciones y cada vez lo hacen mejor. Eso te sirve para ser más sabio y ofrecer un show más completo y más preciosista. Nosotros somos de esa vieja escuela y queremos imitar a nuestros ídolos haciéndolo lo mejor posible. Tenemos a Txetxu Altube, que hace unos coros impresionantes. Tenemos un bloque armónico vocal estupendo, que es algo que siempre desee y por lo que discutía con mi hermano Enrique, porque yo le hacía coros a sus canciones y él no se los hacía a las mías, pero es porque para un solista de verdad es más difícil. Hemos aprendido qué tiene que hacer cada miembro del grupo y unirlo todo en una masa para tener una presencia en el escenario que poca gente logra tener, aunque toquen mejor que nosotros. Nuestras canciones sólo las tocamos nosotros así de bien. Algo bien haremos distinto que no cansa y nos ha permitido atravesar décadas de modas y generaciones: tenemos un público renovado de 36 a 46 años, que no habían nacido cuando empezamos, y sus hijos.
¿Cuál es el secreto para seguir en activo más de 40 años después y con todas las vicisitudes que ha atravesado el grupo?
Es una mezcla de dos cosas. Por un lado, que el público te siga queriendo y queriendo verte. Eso tiene otro truco. Si te sientes que te falta gente como Pedro, Canito, mi hermano Enrique… te sientes un poco cojo, pero pones interés y fuerza en mejorar y ofrecer un espectáculo fetén, donde no haya fallos y la humanidad supere a la tecnología, que tengas el mejor sonido, los mejores técnicos y te dejas la piel para devolver a la gente el favor que te hace yendo a verte. Así se van con buen sabor de boca y la próxima vez que toques cerca le van a decir a sus amigos que vayan a verte. Todo eso hace que tengas una continuidad en el tiempo y una mejora.
Por otro lado, también hemos estado haciendo cosas que creo que le gustan a la gente: acústicos, tocar con orquestas sinfónicas, otras puestas en escena más rockeras para salas… Salir de tu zona de confort y hacer cosas que te exijan mucho más, como tocar con 70 músicos o hacer un concierto coral para homenajear a mi hermano en el vigésimo aniversario. Al final te complicas un poco la vida y otros se dedican sólo a tocar y pasar por caja, pero nosotros creemos que parte de nuestro éxito reside en que hemos ido añadiendo mejoras, como un restaurante famoso que cada año añade un plato nuevo a su carta para que le siga interesando a la gente. Al final el público tiene la última palabra y es el que decide qué canciones son un éxito o cuántos discos sacas, y nosotros hemos intentado tratar al público tan bien como ellos a nosotros.
¿Cómo se lleva compartir la escena musical con gente 40 años más joven que hace una música totalmente diferente?
Tiene que haber clásicos igual que hay gente urbana que tiene su público más joven, pero he entendido el rol de que un grupo como Los Secretos hace falta para un país. Tenemos que tener nuestros pilares musicales y que digan “estos cabrones llevan 45 años haciendo canciones”. Nosotros no teníamos referentes cercanos, sólo Tequila o Burning, que tuvieron su éxito y luego fueron tratados injustamente por los medios. Desde aquí rompo una lanza por gente como Asfalto, Leño o las bandas de rock duro que hicieron un trabajo poco agradecido de tocar en la sombra, aunque luego tuvieron su edad de oro.
Cuando nosotros empezamos en los 80 estaban Obús, Barón Rojo, Medina Azahara, ¡hasta Triana! Y luego Los Secretos. ¡Toma ya, métete ahí! (ríe). Eran tiempos en los que además no había recintos ni tradición, luego ya se fue formando la historia musical de este país, que está trufada de grandes artistas.
Acaban de estrenar el musical ‘A tu lado’. ¿Qué nos puede contar sobre él?
Es un proyecto que empezamos a ensayar el 26 de diciembre, en cuanto me dieron el alta. Es un musical que estamos llevando por teatros y que realmente todavía está en la fase uno, hemos hecho cuatro fechas en Madrid con absoluto éxito, porque volaron las entradas y a la gente le está encantando. Nos hemos salido de esa zona de confort para entrar en un mundo muy complejo como es el del musical, con muchos matices. Que yo sepa, es la primera vez que se hace un musical sobre un grupo en vida, porque normalmente cuentan tu historia otros músicos, como ocurre con el de ABBA o el de Mecano, pero en este caso es al revés, es la historia de Los Secretos contada por Los Secretos con dos actores más. Ahí están todos los elementos de nuestra historia, algunos bastante duros porque contamos las tragedias de nuestra vida. Realmente es una historia de superación desde que empezamos con todo en contra, pasando por una etapa ochentera muy difícil en la que perdimos a dos amigos como Pedro y Canito… Creo que está muy bien, y no es porque lo diga yo, es por lo que nos transmite la gente.
¿Cómo ve el panorama musical actual?
Yo ahora estoy escuchando mucho. Cuando tenía 15 años quería comerme la música, todo lo que hubiera, pero económicamente sólo podíamos comprar un disco al mes. Yo sólo tenía un disco de los Clash, uno de los Eagles, a lo mejor dos de Bob Dylan, pero no los veintitantos que tenía editados. Ahora estoy escuchando esos discos que no podía comprar y viendo bandas que no pude ver, y ves cómo hay canciones que se popularizan años después o cómo la música actual es una copia del funky y el soul de antes. Está mi hija escuchando Dua Lipa o Taylor Swift y dices “esto me suena” y resulta que es igual que esta, que esta otra y que esta otra. Copian a cinco temas, no a uno.
Esa carencia de soprender en cuanto a canciones da más valor añadido a grupos que hicimos nuestra carrera a base de interés por hacer buenas canciones, sin estar tan interesados en tener muchos followers o ser famosos. Mi hermano quería hacer buenas canciones y poco más. Es verdad que la discográfica tampoco nos ayudaba mucho, porque creían que teníamos un techo de cristal que al final acabamos rompiendo con un triple platino en el 96 o el 97. Las luchas internas por nuestra forma de ser con la industria hizo que fuéramos un poco ‘antiéxito’ y no viajáramos en su día a Latinoamerica o hiciéramos la pelota a gente con influencia, pero hemos ido dejando un camino de buenas canciones, como Hansel y Gretel, que nos ha permitido a día de hoy presumir de que somos de los pocos grupos que tenemos doce canciones que la gente conoce, aunque a veces no lo sepa.
Te cuento una anécdota que nos pasó en las fiestas de un pueblo en 2003, cuando Operación Triunfo era el no va más y nos tocó sustituir a uno de sus cantantes que se había puesto malo de un día para otro. Hasta el alcalde dijo que no se atrevía a contarlo, que lo contáramos nosotros, así que salí al escenario y expliqué lo que había pasado y que éramos Los Secretos e íbamos a tocar. Había un abuelo con su nieto que me estuvo mirando seriamente todo el concierto como diciendo “te vas a enterar”, y resulta que apareció en el camerino para felicitarnos porque le encantó el concierto y nunca hubiera imaginado que conociera tantas canciones nuestras. Eso es la colectivización de la música, no eres de nadie y eres de todos. Es nuestra gran arma para tocar el corazón del público, porque esa canción tiene un hueco en su corazoncito.
Hablaba de las dificultades con las discográficas, pero ¿era peor la dictadura de las discográficas o la de Spotify?
Para la gente de los 80 esto era adaptarse o morir, o te adaptas a la tecnología o mueres. Cuando nacimos, la radiofórmula estaba empezando y las multinacionales estaban empezando a constituirse. Nosotros firmamos con Polydor, que luego fue Polygram, que luego se unió con otros y al final la compró Universal. Eso de que los peces grandes se comen a los chicos nos tocó vivirlo desde la posición de empezar en una compañía hecha por músicos y terminar en una multinacional.
Nunca fuimos un grupo de superventas, pero sí tuvimos un puesto en la comercialidad que nos permitió hacer todas las obras que ahora ponen en las plataformas. El mundo de los discos nos permitía vivir bastante bien, aunque entonces no había un circuito de invierno, que era cuando componías y grababas. Luego en verano empezabas a girar y si hacías 25 o 30 conciertos ya era un buen año.
Por otro lado, en los 80 era muy difícil encontrar a una persona con un walkman, en los 90 empezó a triunfar el discman y al final los iPod y los dispositivos MP3 para acumular un montón de canciones. A día de hoy es raro que alguien no lleve un dispositivo y unos auriculares inalámbricos para escuchar música mientras corre, desde el abuelo que escucha el Carrusel Deportivo a jóvenes que escuchan Los 40 Principales, pero también los que escuchan sus playlist con sus canciones favoritas.
Volviendo a Spotify, el algoritmo va a favor y en contra, porque pone las más conocidas, pero las otras no tienen hueco, y me quita la venta de discos, pero me da la posibilidad de que muchísima gente escuche tu música y luego vaya a verte en directo. Al final es equivalente, no me quejo de una cosa u otra, aunque en su día nos quejábamos porque no entendíamos lo que nos pedían las discográficas. Ahora hay gente que te puede escuchar con un clic en cualquier parte del mundo y es maravilloso ser parte de esa evolución.
Por último, ¿qué le dice al público de Ponferrada que esté dudando si ir a ver a Los Secretos?
Que un concierto básico como el de Ponferrada es la esencia del grupo: guitarra eléctrica, micrófono y vamos a hacer un concierto como la copa de un pino. Que no se lo pierdan porque vamos a darlo todo, como de costumbre. Tenemos un uno por ciento más de sabiduría que hace un mes, estoy en plena forma con la voz y vamos a darlo todo. La verdad es que me vendo fatal, pero creo que no van a perder su tiempo ni su dinero si vienen a vernos.
Los Secretos actúan este viernes, 2 de febrero, en la Sala La Vaca de Ponferrada.