Si se ha decidido a leer esta columna es probable que se pregunte de qué irá esto hoy. Y es normal. El sexo, hablar de sexo, aun siendo en nuestra cultura un tabú superado hace mucho tiempo, sigue teniendo su aquel aunque nos acerquemos a esta cuestión con la mayor normalidad.
Y si lo que hacemos es escribir con la palabra sexo, entonces el sexo es un recurso que nunca falla. Fíjense, he escrito la palabra sexo cinco veces –con esta última ya son seis– y estoy seguro de que los motores de los buscadores en internet se encargarán de que a este artículo lleguen gentes de todo el mundo, para salir al instante defraudados al no encontrar sexo donde esperaban sexo.
Pero yo hoy quería reflexionar sobre otro asunto muy diferente, como es el del orgullo de los españoles, concepto manido y expandido por el mundo, al menos, que tenga comprobado, desde el siglo XVIII. Decía José Cadalso en una de sus cartas marruecas que los españoles pedían limosna regañando y los alemanes cantando. Y que los franceses lo hacían llorando.
Y yo digo que o Don José se dejaba llevar por la corriente sin que fuera cierto lo que así afirmaba o las cosas desde entonces han cambiado mucho.
Los alemanes no piden limosna. Lo que quieren o lo que necesitan lo cogen sin más y el método que utilizan va a depender del momento histórico en que se encuentren. A lo bestia –las más de las veces– o a hurtadillas –como ahora–. Eso sí: siempre lo hacen cantando.
Los franceses, dada su capacidad de transformación de la realidad, son difíciles de definir en este aspecto. Sin referirme a las grandes transformaciones que todos conocen (tiranía por liberación, suciedad por glamour, etc.) les recomiendo la lectura de None Dare Call It Treason (traducido al español con el título Nadie osaría llamarlo traición), del académico escocés, historiador y corresponsal de guerra Catherine Gavin, sobre las entrañas reales de la Resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial. ¿Pedir limosna los franceses? Ya lo dudo. Como decía mi hermano Miguel con un par de güisquis: ¿Francia? ¡La puta de Europa!
Hombre, lo de pedir limosna los españoles… y regañando… supongo que habría bastante que decir pero prefiero dejarlo aquí. Cuando nos pongamos de acuerdo en qué significa lo de españoles y lo de España quizá podamos jugar a ponernos subtítulos. Hoy por hoy no lo veo posible.
¡Ah! Lo del sexo. Hace unos días le pregunté a mi editor si estos artículos los leía alguien, curiosidad malsana. Me contestó muy prudente que así así… lo que me ha traído a utilizar este recurso divertido, que más que echarle un pulso a las máquinas es, de nuevo, porque no es la primera vez, comprobar qué tanto de cierto hay en lo que afirmé más arriba. Aunque eso me lo tendrá que decir el editor…
Juan M. Martínez Valdueza
6 de octubre de 2015