El Rañadero, calle de contrastes

Fue construida para unir la plaza de la Encina con la de las Nieves y acogió una de las puertas de la cerca medieval de Ponferrada y su correspondiente arco, tal y como recuerda Vicente Fernández Vázquez en su libro ‘Ponferrada Artística y Monumental’. La puerta se derribó en 1864 pero la calle siguió siendo uno de los principales accesos desde los arrabales al casco histórico, porque el Rañadero fue una calle animada, de comercios y de trasiego hasta que poco a poco cayó en desuso. Desde que el plan especial del casco antiguo del año 2000 la dejara fuera de su zona de actuación, su deterioro ha ido en aumento. Su aspecto -viviendas en ruinas, casas cerradas, pintadas…- asombra a turistas y peregrinos mientras los planes que desde hace varias legislaturas se anuncian para su recuperación nunca llegan a materializarse.

En medio de este panorama, sorprende el empeño de algunos emprendedores en revitalizar esta tradicional acceso a la parte alta. Es el caso del restaurante El Rañadero, que vuelve a abrir sus puertas, o de los dos comercios -una relojería y una herboristería- que junto a este restaurante se mantienen abiertos en el tramo de la vía próximo a la Plaza de las Nieves. Pero si la zona más próxima a la Puebla mantiene el pulso, a medida que la calle asciende pasa todo lo contrario. Casi enfrente del centro de formación profesional Mercurio, donde generaciones de estudiantes se han formado precisamente en turismo, los ocupas, algunos conocidos ‘yonquis’, han regresado a una de las casas abandonadas que el actual equipo de gobierno ordenó tapiar -al igual que los solares aledaños-. Para empeorar la situación, el incendio que afectó a la calle Tras la Cava ha obligado al derribo de una vivienda más con acceso tanto a esta calle como a la del Rañadero.