Este mediodía da comienzo el otoño astronómico, que se prevé que sea “más cálido y seco de lo normal” en Castilla y León, con lo que se despide el verano que ha resultado el noveno más cálido del siglo XXI y el décimo desde 1951. En general, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) el inicio del otoño vendrá marcado por una fuerte bajada de temperaturas el próximo fin de semana a lo que seguirá el tradicional ‘veranillo de San Miguel’ que se prevé que se prolongue durante buena parte del mes de octubre.
El jefe del Grupo de Predicción y Vigilancia de la Delegación Territorial de la Aemet en Castilla y León, Jesús Gordaliza, auguró para el fin de semana “una bajada sustancial” de las temperaturas en lo que será “una situación invernal”, con la entrada de aire procedente del norte de Europa e incluso del Ártico, que se prolongará hasta el lunes por la mañana, cuando podrían registrarse las primeras heladas en zonas de la Meseta de Soria. Tras este episodio, las temperaturas van a empezar a “normalizarse” e incluso experimentarán una subida destacada, tanto en las máximas como en las mínimas.
De esta forma, el fin de semana no se prevé que las temperaturas superen los 14 o 15 grados de forma generalizada, incluso los diez en algunas zonas como Burgos o León, además de que se esperan las primeras nieves en el extremo norte en cotas de entre 1.400 y 1.600 metros. “La sensación térmica va a ser más de un principio de diciembre que de un final de septiembre”, apostilló Gordaliza.
En este inicio del otoño, la ausencia de precipitaciones también será la tónica general, y los tres próximos meses se prevé que la estación sea “ligeramente cálida”, con un 50 por ciento de probabilidades de que sea más cálido de lo normal y un 50 por ciento de probabilidades de que sea “más seco”, explicó el jefe del Grupo de Predicción y Vigilancia de la Delegación Territorial de la Aemet.
Verano cálido
Atrás queda ya un verano que ha sido “cálido o muy cálido” y “ligeramente seco” en Castilla y León, aunque Gordaliza hizo “matices” al respecto, porque aclaró que han sido las temperaturas diurnas las que dieron ese carácter cálido, con una anomalía positiva de 1,2 grados. El mes de mayor peso en esos valores fue el de julio cuando los valores “se dispararon” en un mes “extremadamente cálido” mientras que junio fue “normal” y agosto fue “más o menos el esperado”.
En esta ocasión, Gordaliza resaltó que solo se registraron dos olas de calor, que tuvieron lugar a finales de julio y primeros de agosto, además de que estas no fueron muy extensas en días, aunque sí estuvieron “bastante sostenidas en cuanto a temperaturas”. También la precipitación resultó “muy irregular” y mayoritariamente “en forma de tormentas”.
En el trimestre correspondiente a los meses de verano, la media de temperaturas fue de 20,9 grados, lo que supuso una anomalía positiva de 0,8 grados, lo que le convierte en el décimo verano más cálido desde 1951 y el noveno más cálido del siglo XXI. “Todos los veranos más cálidos se agolpan en este siglo”, advirtió Gordaliza, quien apuntó al cambio climático que se vislumbra en estos valores.
De hecho, en algunos punto se registraron temperaturas récord, como ocurrió en Burgos el 27 de julio, cuando se alcanzaron los 38 grados, además de que ha habido valores “muy altos o medias de máximas” en el valle del Tiétar, donde se llegaron a superar los 40 grados. “Ha sido extremadamente cálido en el oeste y en el sur”, añadió Gordaliza.
En lo que a las precipitaciones se refiere, en Ávila y Salamanca llovió “muy poco” y la mayor parte de las estaciones registraron valores de entre 47 y 110 litros, con 16 días de precipitación apreciable. A 18 de septiembre, la precipitación acumulada en el año hidrológico es de 454 milímetros, lo que supone un 10 por ciento por encima de los valores normales.
Cambio climático
A juicio de Gordaliza, el cambio climático está “bien claro” en lo que a las temperaturas se refiere, y no tanto en referencia a las precipitaciones que “va a ser igual”. Lo que sí que se aprecia es un cambio en “la forma de diferenciar” ya que antes las lluvias eran prolongadas en el tiempo y ahora es más frecuente que se produzcan en forma de tormentas o lluvias de mayor intensidad, si bien el balance “va a ser más o menos el mismo”, este año un 10 por ciento por encima de lo normal.
El delegado del Gobierno en Castilla y León, Javier Izquierdo, también se refirió al cambio climático y a la necesidad de asumir políticas de transición ecológica y energética, así como reducir “al máximo” todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, recordó que el Gobierno está inmerso en la tramitación de una Ley de Cambio Climático para dar respuesta a las emergencias del clima.
A juicio de Izquierdo, estos cambios están dando como resultado fenómenos “cada vez más intensos, concentrados y con mayores daños” para la población y las infraestructuras. “Cada vez asistimos a más danas y más fenómenos de lluvias intensas o granizo que obligan a tramitar ayudas para las administraciones locales para hacer frente a estos daños”, sentenció.