La localidad leonesa de Villablino es, además de único ayuntamiento, centro social y económico de la comarca de Laciana. La zona, rica en recursos mineros y naturales, fue durante décadas uno de los epicentros del mundo del carbón, siendo la MSP, la empresa principal y desde donde todo giraba en torno a ella. Algo que desde luego, contribuyó con miles de millones de euros a la riqueza de León y, por ende, de toda la comunidad autónoma. Hasta que el carbón se terminó. Y de los más de 15.000 habitantes que llegó a contar el municipio, se acaba de bajar de 9.000, en una lenta agonía de la que la mayor parte de los castellano y leoneses conoce y entiende.
Resulta que mientras desde diversos organismos y plataformas se habla y debate cómo regenerar económicamente la zona, otra riqueza, la natural, asoma su presencia reclamando su sitio en el futuro. La frondosidad de los bosques crece, el urogallo intenta no desaparecer y el mundo del oso aumenta de forma que llega a contactar con los seres humanos brindando anécdotas y noticias. Asaltos a colmenas, apariciones en contenedores, cruces de carreteras y hasta paseo por las calles de alguna pequeña población semiabandonada. ¿Qué hacer con el plantígrado?
La única realidad es que las Mesas por León, por el Bierzo y por lo que todas sus señorías constituyan, tienen que contar en su orden del día con el oso de Villablino. El oso como riqueza natural, como elemento dinamizador para visitas de estudiosos y eruditos de las Ciencias Naturales. Un poco de riqueza en albergues, puntos de observación y museo interactivo.
Nos hablan de miles de millones desde Europa, obras por más de cien millones de euros en la provincia de León desde Diputación… Algo, creemos muchos, que se podría hacer en Laciana y por Laciana. Por no hablar de su necesaria comunicación por autovía de sus dos salidas naturales e históricas, Ponferrada y Asturias. Materia para crecer y avanzar sobra. ¿Habrá dinero?
En ABC