Unicaja anuncia el despido de centenares de sus trabajadores y la reducción de un 25 por ciento de su red de sucursales, entre éstas varias en Castilla y León. El Banco Sabadell vive jornadas con parones y huelgas por el anuncio de reducción también de plantilla y oficinas. Y así, van como las hojas de este otoño, cayendo al suelo de la actividad informativa económica noticias parecidas a lo largo y ancho de nuestra Comunidad. Mañana es el BBVA, pasado el Santander…
Bajo estas medidas tomadas en altos despachos del sky line de Madrid, Barcelona, Bilbao, Santander o Málaga, subyacen tres cuestiones a tener muy en cuenta. La primera de ellas es el drama humano que se produce en la mayoría de las ocasiones con trabajadores de banca que superan los 50 años de edad y para los que las nuevas tecnologías suelen ser una rémora en sus currículums. Además, el sistema de producción se ha transformado radicalmente en consecución de objetivos con premios o castigos. Las llamadas prejubilaciones o despidos remunerados se suceden. Todos conocemos a alguien que le haya pasado o esté pasando por esa situación.
En segundo lugar está el papel que los bancos y cajas han ocupado abandonando, especialmente las cajas, su función social para las que fueron concebidas desde aquellos montes píos a la sombra de la Iglesia para el bien común, o los empeños con las posteriores subastas de los que no puedieron recuperar lo aportado. Hoy se tiene al trato a través de cajeros multiusos y el menor contacto humano posible. Todo son trabas, cobros por comisiones y oferta de productos financieros y seguros. Ver las colas todas las mañanas afuera de las sucursales dan mucho que pensar y nada bueno.
Finalmente, atendiendo más a la política económica y en concreto a Castilla y León, nos viene a la mente de forma repetitiva hasta el sarcasmo la frase: “el músculo financiero de la región”. Juan Vicente Herrera dixit. Pero la gran traición de Cajas pequeñas a la fusión de España-Duero con huída a Caja Madrid y otras aventuras dieron al traste con situar a León como sede financiera de la Comunidad, algo que siempre había sido de per sé, y que la política, la mala política de búsqueda de beneficio propio y nulo sentido del deber de región produjo.
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