El confinamiento obligado establecido por el Gobierno para hacer frente a la crisis sanitaria desatada por la expansión del coronavirus Covid-19 ofrece algunos puntos ciegos con respecto a los sectores más desfavorecidos de la sociedad, a los que en muchas ocasiones no se les puede pedir que se encierren en casa porque carecen de ella. Las entidades que atienden y dan apoyo a estos ciudadanos en dificultades se han visto obligadas a tomar medidas para evitar posibles contagios, pero mantienen su objetivo de prestar ayuda a todos aquel que la pueda requerir, ya que con pandemia o sin ella, “las necesidades son las mismas”, recuerdan sus responsables.
Al respecto, el secretario y administrador del comedor social y del Hogar del Transeúnte San Genadio de Ponferrada, Fernando Fra, explica que la principal medida que ha tenido que tomar el centro, en un acuerdo con la Policía Municipal de la capital berciana, consiste en recluir a las 17 personas, algunas de ellas procedentes de la mendicidad, que utilizan las instalaciones para dormir. “Antes desayunaban y se marchaban hasta la hora de comer y después volvían a irse hasta la hora de cenar. Ahora no, el que duerme tiene que quedarse aquí todo el día”, apunta Fra.
En ese sentido, la prohibición de salir de las instalaciones durante el día pretende evitar que estas personas “anden por la ciudad de un lado para otro”. “Es la única solución, el que salga ya no entra”, remarca el responsable del centro, que lamenta que esta crisis sanitaria obliga a ser “más estricto en todas las cosas”.
Por su parte, los ocupantes tratan de mantener la distancia de seguridad, tanto entre ellos como con el personal que les atiende, ocupando los dos pisos del inmueble y colaboran en las tareas domésticas. “Ellos mismos ayudan a servirse las comidas, que también son por turnos para evitar estar todos en el comedor a la vez”, asegura Fra, que destaca que pese a las dificultades naturales que causa la convivencia con casi una veintena de personas en una única casa no ha habido “ningún problema de convivencia”.
Respecto al confinamiento, el responsable de las instalaciones subraya la buena actitud con que los ocupantes encajaron su reclusión. “Si a nosotros cuando éramos jóvenes nos hubieran metido en casa, habríamos armado una revolución, porque estábamos acostumbrados a estar todo el día en la calle”, reconoce. “A uno se le permitió salir a la farmacia y otro quería ir a asuntos sociales, pero le dijimos que no fuera porque está cerrado y que le atenderían por teléfono”, explica.
Comedor social
Por lo que respecta al comedor social, que atiende las necesidades alimenticias de otras 40 personas, también se han establecido turnos para evitar aglomeraciones en un mismo espacio. Otros beneficiarios que prefieren llevarse la comida a casa están recibiendo sus raciones en el exterior para tratar de reducir los contagios. “El ‘tupper’ que habitualmente repartimos, ahora se saca a la calle para que lo puedan recoger”, explica Fra.
Desde la declaración del estado de alarma que establece las medidas más restrictivas en cuanto a la circulación de personas, “todo es un poco distinto”, reconoce el responsable de este servicio. “No hay los mismos alimentos y con menos gente, tenemos que hacerlo todo”, explica Fra, que recuerda que los voluntariados por parte de colegios o entidades se han cortado de raíz para que “vaya la menor gente posible”. “Tenemos personas concretas que llevan a cabo el servicio, estamos organizados pero de otra forma”, recalcó.
Por su parte, el responsable de Cáritas Ponferrada, José Antonio Prada, explica que la organización mantiene la atención telefónica a las familias necesitadas aunque se ha visto obligada a cerrar al público su oficina y a paralizar el habitual reparto de comida, a la espera de que el retén de emergencias que opera el Banco de Alimentos del Sil pueda ponerse al día y prestar su apoyo en el reparto de la ayuda urgente procedente de fondos de la Unión Europea. Mientras tanto, Prada adelanta que algunas familias recibirán vales para comprar sus alimentos en varias tiendas colaboradoras de la ciudad y que la organización también está preparada para ofrecer ayudas para el pago de recibos. Igualmente, se sigue ofreciendo “puntualmente” leche y pañales a una familia extranjera con un bebé, explica el responsable de Cáritas en la capital del Bierzo.