De vez en cuando los ejércitos se ven sacudidos por una catástrofe que se enquista en su historia como una tenia consumiéndole su voluntad y manchando su hoja de servicios. Esto le ocurrió al Ejército español a finales de julio de 1921 con una serie de acciones militares en el norte de África que concluyeron con la muerte de unos 12000 soldados.
La situación del momento era que España tenía ocupada militarmente una franja importante del conocido como territorio de El Rif próximo a las ciudades de Ceuta y Melilla. La ocupación del territorio se intentaba asegurar mediante el establecimiento de los conocidos como “blocaos” a lo largo de las líneas de comunicación y puntos de estratégico valor. No pasaban de ser unos parapetos de sacos terreros difíciles de defender y que se llevaron al otro mundo a muchos soldados patrios.
La posición española de Igueriben había quedado aislada y rodeada por unos 8000 rifeños. Al mando de la tropa española se encontraba el comandante julio Benítez quien veía como sus hombres iban muriendo poco a poco.
El general Silvestre, salió con todo un ejército al rescate de los españoles. Frente a él las tropas de Abd El-Krim, un tipo con muy mal carácter y aficionado a torturar a sus enemigos. Salió de Melilla Silvestre con sus hombres e instaló su campamento en Annual. No consiguió socorrer a las tropas del comandante Benítez.
Por si esto no hubiera supuesto ya una tragedia, el campamento se vio rodeado de tropas rifeñas que lo aislaron. Silvestre decide intentar una retirada y aquí es donde comienza el verdadero desastre de Annual. Mal organizada, improvisada, la retirada se convirtió en una sangría para los españoles.
Los “moros” (en el lenguaje de la época) dieron caza como si de conejos se tratara a las tropas españolas. Con una descoordinación total, una falta de instrucción y material deficitario e insuficiente, los reclutas españoles fueron víctimas de una masacre. Debe puntualizarse que los rifeños que pertenecían a la policía indígena y regular se pasaron al enemigo.
Los documentos históricos y fotos de la época ponen de manifiesto las atrocidades cometidas por los rifeños. Abrieron en canal a los soldados, los cortaban a trozos y las mujeres les aplastaban la cabeza con piedras. Esas eran algunas de las prácticas de la tropa de Abd El-Krim.
El general Silvestre, uno de los más prestigiosos militares de la época, no pudo resistir el impacto del drama y se suicidó sobre el terreno de operaciones. Todos estos hechos ocurrían a cincuenta kilómetros de distancia de Melilla. Lógicamente, surgió el pánico en la ciudad ante la posible llegada de los rifeños a la ciudad cosa que felizmente no ocurrió.
De todos estos hechos se le encargó en 1922 al general Juan Picasso un informe para depurar las posibles responsabilidades. En función de este informe, el general Berenguer en su calidad de Alto Comisario de España en Marruecos, junto con otros altos militares, fueron acusados por el fiscal militar de temeridad en los sucesos de Annual. Además el fiscal consideraba que el desastre se produjo como consecuencia de la negligencia e irresponsabilidad del alto mando.
El informe Picasso era muy duro en sus conclusiones respecto al estado del Ejército español en África. A la deficitaria situación de personal y material, se unían acusaciones de falta de una conducta acorde con los cánones militares de gran parte de la oficialidad y de la tropa. Debe tenerse en cuenta que es un informe muy discutido en el ámbito castrense.
Sea como fuere, el “Desastre de Annual” es un verdadero desastre en nuestra historia militar. Quizás como todos los desastres fuera la culminación de una suma de pequeños desastres y sucesión de errores. Pero, nunca todo es enteramente malo o bueno. De este desgraciado incidente surgió una de las páginas más brillantes de nuestra historia militar: “El desembarco de Alhucemas”. Pero ese es el contenido del próximo capítulo.