Decía Campoamor que “en este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Tiene mucha razón, pero no toda, pues de lo contrario caeríamos en el relativismo. Lo que sí puede ocurrir es que a veces tengamos la tentación de interpretar las cosas más de acuerdo con nuestros propios intereses que buscando la verdad objetiva. Esto puede ocurrir con relación al Campeonato Mundial de Ciclismo en Ponferrada. Así unos irán que fue maravilloso y otros que un fracaso, de acuerdo con el adagio “cada uno habla de la feria según le va en ella”.
Sin duda lo primero que hemos de tener presente en un campeonato como éste es la cuestión deportiva: los ciclistas participantes, el circuito, la organización, las infraestructuras, la información… Otro punto de vista puede ser el económico: si ha habido muchas pérdidas, si algunos comerciantes no vieron colmadas sus expectativas… Son criterios diferentes a la hora de medir, pero no deberían mezclarse.
Otro aspecto muy significativo es el relativo a los cortes de tráfico y consiguientes desvíos. Ciertamente ha supuesto algunas incomodidades, pero debemos reconocer que no eran difíciles de superar, aunque hubiera que hacer algún rodeo. El que algo quiere algo le cuesta.
En honor a la objetividad y opinando sin ningún tipo de prejuicio ni de favoritismo creo que ha estado todo muy bien organizado y que ha merecido la pena. Me ha tocado ver y vivir este evento desde la cercanía física, por tener todo al lado de casa, y me parece justo decir que lo bien hecho bien está.
Durante estos días era frecuente ver a mucha gente, niños y jóvenes incluidos, transitando por la ciudad con sus bicicletas. Es posible que el campeonato haya sido un estímulo para que entre muchos de los más jóvenes se haya despertado un especial vocación por el bello y sacrificado deporte del ciclismo.
No entramos ahora en el tema de las cuentas porque ni lo conocemos ni nos parece que en este caso sea lo más importante, dado que a medio y largo plazo seguro que ha sido una buena inversión para Ponferrada y para el Bierzo. Por ello sólo nos resta felicitar a los que tuvieron la feliz idea, a los que lucharon por ella y a quienes la llevaron a la práctica; a los trabajadores que la hicieron posible, a los voluntarios, a la policía municipal y otras fuerzas del orden… y a quienes pudimos disfrutar de un acontecimiento tan singular y extraordinario.