Tiene unos 800 años, mide 34 metros de altura y 16 metros de perímetro -hasta ahora-. Está considerado el castaño más grande de la Península Ibérica y al tiempo el árbol más grueso, pero ahora se ha desgajado. Y es que la edad no perdona, tampoco a los árboles, más después del último temporal. No obstante, no es la primera vez que el árbol -uno de los diez catalogados por la Junta de Castilla y León por su valor como espécimen vegetal singular y por lo tanto protegido- pierde ramas. “Desgraciadamente, es un proceso natural”, explican desde A Morteira, al tiempo que remarcan que el Campano sigue vivo.
La Morteira espera que con el plan de conservación que viene pidiendo a la Junta de Castilla y León se pueda contribuir a la preservación de este ejemplar, así como de otros destacados de la comarca.
La alarma sobre lo sucedido en el Campano se dio por parte de los agentes forestales de la Junta de Castilla y León. El servicio de Entornos Naturales estudia ya el alcance del suceso.