PREMIOS MUJER 2024

Dos debates en uno

 

Seguí el debate entre Sánchez y Rajoy en casa, delante del televisor con unos amigos, alrededor de la mesa tomando unas cervezas con embutido de León, morcilla de Salamanca, queso manchego y mazapanes de Cipriano; y, por otro lado, con el móvil en la mano chateando con mis hijas, que también lo estaban viendo a kilómetros de distancia.

A mí me sorprendió y agradó el arranque tan agresivo del candidato socialista, llevando la iniciativa, marcando el ritmo y poniendo en evidencia la gestión del presidente del Gobierno. Rajoy estuvo durante muchos minutos a merced del vendaval Sánchez, muy tocado, sin capacidad de reacción, con los ojos saltones, sorprendido y con muy pocos recursos dialécticos. Es verdad que Rajoy también tuvo algunos momentos de gloria, pero casi siempre estuvo a merced de un Sánchez que lo peor que tuvo fue la utilización de algunos insultos de claro tinte personal. Me gustó el debate, pero creo que se alargó demasiado y, al final, terminó por aburrir y favorecer que muchos fuéramos desenganchado progresivamente nuestra atención por al abuso del manido recurso y del tú más.

En el otro debate, en el que mantenía por watshApp con mis hijas, lo más sorprendente fueron sus valoraciones desde el inicio del  cara a cara: obsoleto, bronco, un debate que representa el pasado, sin propuestas concretas, una fórmula agotada, políticos que no representan a más de la mitad de los posibles lectores, aburridos, corruptos y corruptibles, más de lo mismo, marrulleros, incapaces de generar optimismo e ilusión y muchas más calificaciones despectivas. No les gustó ninguno de los dos candidatos y se aburrieron tanto que desconectaron bastante antes de que terminase el debate. Echaron de menos la presencia de los representantes de los partidos emergentes, que, según ellas, hoy en día conectan mejor con la realidad y, sobre todo, con una parte de la sociedad que busca otros estilos, soluciones concretas, cambios en las formas y en el fondo, lenguajes y modos más actualizados.

Sánchez y, mucho menos, Rajoy no lograron conectar con esta otra España que considera al PP y al PSOE partidos perdedores, antiguos, incapaces de luchar de forma eficaz contra la corrupción, encasillados en un viejo régimen y que utilizan fórmulas que ya no atraen ni sirven para movilizar ni mucho menos conmover. Y que no sonríen y no son capaces de generar gestos de complicidad. El riesgo ahora es que tanto PP como PSOE hayan aumentado el número de indecisos ante el ya inminente 20D.

Apagué el televisor convencido de que Sánchez había ganado el debate y que Rajoy se había llevado un revolcón más que merecido por el abuso manido a la herencia recibida –que es cierta en gran parte- y por su absoluta falta de propuestas de futuro. Al despedir a los amigos en la puerta de casa comentábamos que de hecho al debate le había faltado hablar más de futuro y escarbar menos en el pasado.

Ahora entiendo el alto número de indecisos –más del 40%, según las encuestas-. Estas elecciones van a marcar un antes y un después. Van a ser un examen en toda regla a lo que ahora se denomina la vieja política y una reválida para los partidos emergentes. Son las dos Españas en este inicio del siglo XX. ¿Cuál de ellas nos volverá a helar el corazón?