PREMIOS MUJER 2024

Disciplina frente a la diabetes

Seis jóvenes cuentan su día a día con diabetes, una enfermedad para cuyos cuidados reivindican una enfermera en los centros escolares y subvenciones para sensores de monitorización
Rodrigo Tascón, leonés enfermo de diabetes, en la Asociación de Diabetes de León (ADILE). / Carlos S. Campillo

Entre el desconocimiento y los mitos falsos sobre la enfermedad, la diabetes aparece en la sociedad como un fenómeno que “solo se conoce si lo tiene alguien cercano”. Así, al menos, lo creen desde la Federación de Diabéticos de Castilla y León, cuya presidenta, Belén Bernal, reconoce que ella misma “tenía muchas ideas equivocadas hasta que se la diagnosticaron a su hijo hace ya varios años. Ahora, como máxima responsable de un colectivo, formado por alrededor de 200.000 personas en la Comunidad, considera que “la gente sigue sin estar concienciada e informada” sobre una patología a la que se asocian mitos como que las personas que la padecen “no pueden hacer ejercicio, cuando deben, o que no pueden tomar nunca azucar, cuando es lo principal que hay que ingerir ante una hipoglucemia para estabilizar los niveles de glucosa”.

Precisamente para combatir esos mitos y ese desconocimiento existe en cada provincia una Asociación Diabetológica que forma parte de la Federación y que trata de “explicar, sobre todo a los compañeros de los niños con diabetes, lo que es”, mientras reinvidica cuestiones como “una enfermera en los centros escolares, para que no sean los profesores o los padres quienes tienen que dejar de trabajar para hacerle una glucemia a su hijo en el recreo”, o una educadora en diabetes “en los hospitales y centros de salud”.

La Federación también reclama acabar con la discriminación laboral, al existir “puestos que siguen prohibidos por una legislación que se hizo hace mucho tiempo y que no tiene en cuenta los avances que permiten que una persona con diabetes pueda hacer lo mismo que cualquiera”. Además, piden “subvenciones para que los diabéticos puedan tener sensores de monitorización de la glucosa, como sucede en otras Comunidades Autónomas, y no tengan que pincharse para medir sus niveles”. En la misma línea se expresa el presidente de la Asociación de Diabéticos de León, Nicolás Ramos, quien además explica el deseo común de que “se logre una cura para la enfermedad”.

El objetivo final de estas reivindicaciones es mejorar la vida de todas las personas con diabetes de Castilla y León, una enfermedad que afecta especialmente a quienes la sufren en edades más tempranas. Tres de ellos, los salmantinos Javier Bajo, Alejandro Lamazares y María Moro, de 19, 16 y 15 años respectivamente, conviven con ella desde hace apenas cinco años, y coinciden en que, desde entonces, tratan de hacer su día a día “lo más normal posible, aunque siempre teniendo en cuenta que hay que prevenir lo que puede pasar si hacemos algo especial, como salir con los amigos o hacer deporte, para que no nos pase nada”.

Javier Bajo reconoce que en su caso fue algo más fácil puesto que su padre también tiene diabetes, por lo que en su casa solo tuvieron que adaptarse “de uno a dos”, y aunque afirma que con esta patología “se renuncia a la libertad de tomar todo lo que quieres y cuando te apetece, lo que te gusta no tienes porqué dejarlo, solo hay que controlar las cantidades”. “Aunque se sigue identificando ser diabético con tener alergia al azucar, hay que explicarle a la gente que no es así”.

De igual manera se pronuncia Alejandro Lamazares. Como Javier Bajo, utiliza una bomba de insulina que segrega, a través de un tubo de plástico unido al cuerpo por una cánula blanda, la dosis que el cuerpo va necesitando para funcionar como un “falso páncreas”. “Da mucha libertad”, reconoce Lamazares, quien no obstante señala que la diabetes “afecta mucho a la hora de hacer deporte, porque hay que preparar la alimentación desde el día antes para no sufrir subidas ni bajadas grandes de glucosa”. De hecho, él mismo vivió una en un partido de fútbol, algo que sin embargo no le ha hecho dejar el deporte sino “controlarme más”. Además, reconoce el apoyo de su familia, para quienes fue “todo nuevo y tocó afrontarlo”, y el de sus amigos, que “están casi más pendientes de mí que yo para las comidas”.

María Moro es la benjamina del grupo salmantino y recuerda cómo le diagnosticaron la diabetes “con solo once años, porque bebía mucha agua, tenía siempre sed y estaba de mal humor”. A partir de entonces, le tocó “controlar mucho” su alimentación y reducir la ingesta de dulce “aunque me gustaba mucho”.

 

Carlos S. Campillo
Pendientes de Rodrigo

En León, Rodrigo Tascón Franco tiene once años y a los cuatro le fue diagnosticada la enfermedad. Lo primero que destaca, preguntado por su día a día con la diabetes, es que en su colegio, el Maristas San José de la capital leonesa, los profesores están muy pendientes de él, “de ponerme insulina, de mirarme después de comer, antes y después de hacer deporte”, explica.

El debut en la enfermedad le cambió la vida, en el sentido de condicionar algunos aspectos, pero no le impide hacer las mismas actividades que otros pequeños de su edad. “Siempre tienes que estar pendiente, sobre todo porque hay muchas cosas que le afectan; no es tan regular como yo, hay muchos factores y lo más peligroso son las hipoglucemias”, afirma su madre, también diabética, y añade que “te habitúas a la rutina, pero estamos muy pendientes y ahora hay avances que te lo facilitan, no es como antes, que solo tenías la posibilidad de las tiras reactivas”.

“Lo que más nos condiciona, por ejemplo, es a la hora de las comidas. Cuando debutó íbamos con la báscula a todos los lados. La alimentación es muy sana, puede comer de todo, pero porque sabe cuándo y cuánto”, explica su padre, y apunta que en el hospital de León, donde cada año diagnostican nueve casos nuevos de diabetes en niños, han encontrado “muy buenos profesionales y muy implicados”.