PREMIOS MUJER 2024

Día de la mujer real…

Ese afán paternalista a destiempo, al que se aferran organizaciones y autoridades varias, para dedicar de forma casi ridícula días internacionales a cosas concretas, nos hace reflexionar hoy en este artículo, sobre el papel de la mujer… la mujer, a la que en vano se nombra para acordarse de ella, con apelativos tan reivindicativos como inútiles: mujer trabajadora, mujer empresaria, mujer fatal, mujer de hoy, mujer al volante, mujer urbana, mujer rural… son algunos de los tipos de mujeres, que nos movemos en la selva de la vida. La mujer tiene que seguir demostrando, que serlo, no es obstáculo para casi nada y que en igualdad de condiciones, no deben primar ni ovarios, ni testículos… sino valía, inteligencia, y sentido común.

Viene esta apología feminista a cuento, del día de la mujer rural… no me gusta nada el apelativo: “rural”, pero sí acordarme del trabajo que desempeñan estas mujeres, en aldeas apartadas, en pueblos pequeños, alejados de las ciudades donde se trabaja de sol a sol. Agricultoras, ganaderas, empresarias, matronas, consejeras, sicólogas, madres, esposas… todas las profesiones en una sola persona ¡y sin ganar dedicaciones exclusivas! …

Mujeres de pueblos dispersos que no tienen las prestaciones con las que cuentan las localidades grandes o las ciudades pequeñas. Pueblos que carecen todavía de servicios de primera necesidad, alumbrado público, calles asfaltadas, consultorio médico, transporte…farmacia.

Conozco a una de esas mujeres, que no le gusta que le llamen mujer rural, ni mujer fatal, ni mujer porras… una mujer que tiene 77 años, que vive en un pueblo de no más de 100 habitantes, y que se ha pasado 50 años dedicada a la ganadería, al cultivo del campo y a cotizar a la seguridad social, para acabar con una paga de 500 euros. Durante toda su vida, Beatriz, se levantaba con las heladas en los riguroso inviernos, y en los calurosos veranos, a dar de comer al ganado, cabeza por cabeza. Con una tetina adaptada a una regadera que llenaba de leche para alimentar a los terneros. Después ayudaba a su hijo, en la sala de ordeño colocando pezonera por pezonera en las ubres de las vacas, y después echaba a los conejos que ella misma vacunaba y a las gallinas, recogiendo los huevos que ponían y limpiando los excrementos. Su jornada continuaba en casa, con las labores domésticas, y por la tarde, vuelta a la sala de ordeño y a ayudar a los chavales con los deberes… o a recoger fruta, pelarla, embotarla… no les cuento cuentos… es un ejemplo real y así le gusta a ella que le llamemos. Así se tendría que llamar el día,  y todos los días “Dia de la Mujer Real”, cada una con su realidad y cada una aguantando su vela.

Afortunadamente  el progreso social y el nivel de vida ha ido llegando a los pueblos, de este “primer mundo” en el que habitamos, pueblos a los que ahora se regresa como opción de futuro, porque no hay futuro fuera de ellos. Pero no estaría completo este comentario si no añadiese las complicaciones y dificultades que son mucho mayores, en países subdesarrollados.  En entornos remotos. Ahí no hay día de mujer ni hombre rural. Ahí hay que sobrevivir sin nada, sin agua, sin comida y sin esperanza. Es triste que no se cumplan los exhortos y los mensajes de Naciones Unidas, para que la comunidad internacional, es decir el resto del mundo, escuchemos sus voces y sus ideas, las de las mujeres rurales, para propiciar políticas que respondan a sus demandas. El sueño de la igualdad sigue su curso… Mujer Real, yo, me quedo con esa etiqueta.