Con el advenimiento del populismo, auténtica lacra social de nuestro tiempo que ha resucitado ideologías tan nocivas como caducas tanto por la extrema izquierda como por la extrema derecha, se viene dando en España un curioso fenómeno tal cual es el miedo de usar la libertad que nos brinda nuestro sistema garantista con su envidiable Constitución, asediada ahora por los cuatro costados a pesar de su valía y del amplio consenso alcanzado a la hora de su promulgación. Existe pues una mayoría silenciosa, a la que afortunadamente todavía le quedan las urnas (las urnas de verdad y no los tapers donde puede usted meter lo que traiga de casa y las veces que quiera), que por silenciosa no parece tal mayoría y es por ese silencio o temor (incluso me atrevería a decir cobardía) que se dejan oír, más alto que nada, los rebuznos de aquellos que entienden la democracia como tal democracia si se adultera y les concede razón, no sólo silenciando a la mayoría sino incluso tratando de aplastar la legalidad y el sentido común. Sobrevienen entonces circunstancias rocambolescas amparadas en una supuesta, ficticia y falsaria moralidad de las minorías populistas frente a los “maricomplejines” de la mayoría silenciosa para luchar contra estos abusos perdiendo cada día más terreno hasta llegar a situaciones de ilegalidad manifiesta tan flagrantes como el proceso catalán o la conversión de los villanos en héroes y viceversa, de los delincuentes en víctimas y viceversa o de los fascistas en demócratas y viceversa.
Pues bien, no habiendo sido fácil, ni rápido, ni barato en coste humano llegar donde estamos, hay que quitarse la mordaza que nos ponen o que nos tratan de poner y llamar a las cosas por su nombre. Miren ustedes, se denomina terrorista a “la persona que practica el terrorismo o lo defiende” y se denomina terrorismo a “la forma violenta de lucha política que persigue la destrucción del orden establecido o la creación de un clima de terror e inseguridad que tiene como fin la intimidación de los adversarios o de la población en general”, esto es en resumen, tratar de infundir terror a quien no piensa como el terrorista o no comulga con aquello que defiende, dicho de otro modo “gansterismo” puro y duro. Pero fíjense que en la definición no se incluyen los medios usados para infundir o tratar de infundir ese terror a quien se deje hacerlo y por eso, no se engañen ustedes, el concepto de terrorista no comprende solamente al que empuña un arma o se cincha un cinturón explosivo sino que también, en el buen uso del lenguaje, a aquel que trata de infundir ese terror sea cual fuere el medio o incluso, como detalla la definición, practicaría terrorismo aquel que lo apoya… lo que decía el refranero “tanto peca el que mata como el que tira de la pata” o lo que yo llamo “terrorismo de baja intensidad”.
El siguiente, en consecuencia, podría ser un decálogo muy propio del terrorista de baja intensidad:
1.- Si usted se planta frente a la vivienda o el lugar de trabajo de una persona, acompañado de una jauría de gente como usted, para vocear contra tal persona o su familia con el fin de amedrentarlo o influir en alguna cuestión o toma de decisión que le competa (lo que se viene denominando “escrache” por mimetismo con lo de Argentina), usted es un terrorista de baja intensidad y después no llame fascistas a los demás si sufre el mismo o parecido asedio.
2.- Si usted se planta ante una institución (con especial gravedad ante un tribunal o ante un parlamento) para tratar de influirle en una toma de decisión llevando a efecto un penoso e intolerable aquelarre de coacción que da vergüenza ajena pretendiendo que se salten las leyes, usted es un terrorista de baja intensidad.
3.- Si usted llama fascista a quien no tiene sus mismas ideas con intención de amedrentarlo y poco inteligente a quien vota una opción diferente a la suya para ridiculizarlo, usted es un terrorista de baja intensidad.
4.- Si usted es partidario de regímenes que se imponen por la fuerza, que secuestran y manipulan la voluntad popular, que no respetan la libertad de expresión y se hacen con los medios de comunicación entre otras lindezas (Venezuela, Irán, Cuba, Corea del Norte…) y le parece que eso es una forma de democracia mientras considera, sin el menor pudor, que nuestro sistema no es democrático, usted es un terrorista de baja intensidad.
5.- Si a usted le parece bien un proceso sedicioso como el catalán que supone un golpe de estado o rebelión en toda regla y que secuestra la voluntad popular del 50% de su población diferenciándola, amenazándola, estigmatizándola, persiguiéndola, señalándola o manipulándola al más puro estilo nacional-socialista osando incluso lavar la cabeza de los menores, usted es un terrorista de baja intensidad.
6.- Si usted insulta u ofende en algún medio a personas que no piensan como usted, protegiéndose tras un perfil o identidad falsa, usted es un terrorista de baja intensidad y, a mayor abundamiento, si usted comete delito informático publicando fotografías de otras personas que piensan diferente a usted sin su expreso consentimiento y con fines intimidatorios, usted es un terrorista de baja intensidad pero si encima usted publica fotografías de otras personas sin su consentimiento y las ridiculiza por su aspecto físico, usted ya no solo es un terrorista de baja intensidad sino también un canalla de dudosa catadura moral y un niñato de patio de colegio.
7.- Si usted se permite en la vía pública insultar, reírse o sencillamente dirigirse a personas que no piensan como usted, en especial cuando se siente usted protegido porque va acompañado y asistido por hordas de su misma calaña, es usted un terrorista de baja intensidad.
8.- Si usted no considera legítimo el uso de la fuerza por parte de la fuerzas de seguridad para proteger a los débiles y la legitimidad legal y democrática es usted un terrorista de baja intensidad.
9.- Si usted ataca de forma sistemática las creencias religiosas de los demás, siempre y cuando esas creencias no le hayan atacado a usted sino que lo practica como “deporte favorito” cuando no tiene otra cosa que criticar es usted un terrorista de baja intensidad.
10.- Si usted aplica una doble vara de medir para juzgar las mismas acciones según las practiquen sus correligionarios o sus contrarios el fascista es usted y si usa de algún tipo de presión para sustentar tal diferencia es usted un terrorista de baja intensidad.