El divulgador científico Dani Jiménez, conocido por sus colaboraciones en el programa ‘Orbita Laika’ de TVE y en la revista ‘Muy Interesante’, se encarga del desarrollo de los experimentos de la muestra temporal que este viernes abrió sus puertas en el Museo de la Energía de Ponferrada. Bajo el título ‘¿Juegas? ¡Pensamos en energía!’, la exposición podrá visitarse en las instalaciones de la Fábrica de la Luz hasta el mes de julio, en la primera ocasión en que sale del Museo del Gas de la Fundación Gas Natural Fenosa en Sabadell (Barcelona). El físico, que también presenta el programa ‘Dinàmiks’ de la Televisió de Catalunya y es fundador y director de la empresa didáctica CreaCiència, considera que “si nuestra especie quiere seguir viviendo como hasta ahora, vamos a tener que ir hacia un nuevo modelo”.
El Museo de la Energía de Ponferrada está situado en una antigua central térmica de carbón. ¿Qué crees que puede pasar con esta fuente de energía en el futuro?
Los combustibles fósiles se seguirán utilizando mientras existan porque son maravillosos. Ninguna fuente de energía es mala. Al revés, fue un regalo encontrarlos. En el siglo XIX, cuando se descubren y se empiezan a usar el carbón, el petróleo y el gas natural, es como si hubiéramos encontrado un tesoro de monedas. Desde entonces hemos estado gastando esos ahorros maravillosos. Se calcula que lo que la Tierra tardó un millón de años en generar, nosotros lo gastamos en un año. Eso está bien, pero una vez gastados, hay que generar nuestro propio dinero. Poco a poco su uso se irá reduciendo y otras energías irán ganando terreno.
¿Y qué futuro le espera al carbón en particular?
El carbón se seguirá usando mientras sea rentable extraerlo. El problema no es la contaminación del carbón, aunque es verdad que es de los combustibles que más contamina cuando lo quemas. Pero el problema real es que cada vez costará más. Habrá un cambio tecnológico, porque llegar a las vetas en las cuencas mineras será más caro que utilizar otras energías. La evolución te dice que lo eficiente es lo que se queda. No será tanto un problema de que se acabe, como que será difícil de encontrar. La Edad de Piedra no se acabó porque se acabaran las piedras, sino porque se encontró una cosa mejor, que eran los metales. Los combustibles fósiles tienen una parte muy importante en el mix energético español, más del cincuenta por ciento, y eso no se va a acabar de un día para otro. El problema está en que no serán suficientes y en que no vamos a encontrar un sustituto, sino que vamos a depender de la suma de muchos.
¿Cómo será la energía que usaremos en el futuro?
El reto de la energía es uno de los desafíos más importantes a los cuáles se va a enfrentar nuestra especie durante el siglo XXI. Hablamos de muchos temas, de la política, de los conflictos del mundo, pero olvidamos que la energía es el vector de desarrollo fundamental de los países. El modelo que hemos utilizado hasta ahora está en crisis. En los últimos 800.000 años hemos hecho sólo una cosa: consumir cada vez más energía. Ahora ya no podemos seguir haciéndolo porque somos muchísimos y encima las energías fósiles se están acabando y cada vez cuesta más extraerlas. Si nuestra especie quiere seguir viviendo como hasta ahora, vamos a tener que inventar algo, ir hacia un nuevo modelo.
Y ese modelo, ¿hacia dónde apunta?
Por un lado, hay que entender que tenemos que confiar en las nuevas fuentes de energía, como el sol, el agua y el viento, que nos darán cada vez mejor rendimiento. Cuando se inventaron las primeras placas fotoeléctricas, el rendimiento era del seis por ciento. Ahora, las mejores llegan al 20 por ciento y el reto es llegar al 80 por ciento. Y lo mismo con los aerogeneradores. Además, habrá que reducir drásticamente las pérdidas de energía. Vamos a aislar mejor nuestras casas y a hacer un uso más racional de la energía. Finalmente, una revolución tecnológica en la que no tendremos más prestaciones, sino mejores. Nuestros coches, móviles y bombillas ya están bien, pero necesitamos que la batería dure una semana o que las bombillas gasten todavía menos. En resumen: eficiencia, cambio de mentalidad y revolución en la generación de energía.
La electricidad se ha vuelto a convertir en un asunto de actualidad debido al incremento registrado en los precios en las últimas semanas. Como divulgador que eres, ¿podrías explicar qué ha causado ese aumento?
Hasta donde yo sé, la ley de la oferta y la demanda, pero tenemos que entender que la energía va a ser cara porque es importante, no es una cosa menor. Hay una cosa curiosa: por ejemplo, aquí en el Bierzo hay mucha disponibilidad de agua, y con el agua hemos hecho un viaje, nos hemos dado cuenta de que es un recurso escaso y que no hay que malgastarlo. Con la energía, en cambio, ese viaje aún no se ha hecho. Sigue habiendo mucha luz incandescente, tiendas con la temperatura muy alta, casas que consumen mucha energía… Nos tenemos que poner las pilas y entre todos tenemos que reducir entre un 20 y un 40 por ciento nuestro consumo energético. Es una barbaridad, pero es así.
¿Y cómo lo vamos a conseguir?
La ciencia tiene dos opciones de futuro por delante. La primera es que consigamos fuentes de energía alternativa y que la energía sea como el agua, que hace muy poco tenía que ir a buscarse, pero que, a día de hoy, gracias al agua corriente, es un bien de uso cotidiano. Con la energía podría pasar esto si la generamos a través de la fusión termonuclear o de otras fuentes alternativas y fuera de más fácil acceso. La otra opción es que eso no pase. Que la energía suba de precio y que las personas nos convirtamos en pequeños productores, a través de unas placas o de unos aerogeneradores que generen una pequeña cantidad de energía.
¿Cuál es la situación que atraviesa la ciencia en España?
En los debates políticos se habla de casi todo, menos de ciencia, cuando, por ejemplo, la biotecnología ya genera el 12,6 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB). Se ha convertido en un sector más importante que el turismo, que genera el 12,2 por ciento del PIB. ¡Ya genera más dinero la ciencia que el turismo! Es un tema muy importante para el país, pero sigue sin estar en primer término en las agendas de los políticos o de los medios de comunicación. Deberíamos pararnos un momento y reflexionar sobre qué queremos ser de mayores. Si queremos hablar sólo de política, fútbol y corazón o queremos hablar de cultura, de industria y de innovación. España tiene todos los ingredientes para convertirse en un país puntero en la investigación, que no sólo pasa por enviar un cohete al espacio, sino que también consiste en crear nuevos procesos de transporte energético o en encontrar nuevos usos para el carbón. Esa es la innovación real en la que España tiene que invertir mucho más.
¿Qué se podría hacer para mejorar esta situación desde las administraciones?
Apostar por mejorar la investigación básica, incrementando los recursos para los investigadores en las universidades y mejorar también la transferencia de ese conocimiento hacia la empresa, lo cual actualmente es un gran déficit. Además, hay que espolear más a la gente. Estados Unidos o Alemania no tienen más patentes porque sean más listos de nacimiento, sino porque las administraciones colaboran más con sus ciudadanos para transformar las ideas en empresas.
Muchos de sus proyectos están relacionados con la infancia. Como hombre de ciencia, ¿cree que las vocaciones científicas del futuro están aseguradas?
En España, tenemos una de las ratios más altas del mundo entre científicos y publicaciones y, en general, los científicos somos buenos, pero el problema es que falta presencia mediática, en la agenda de los políticos y en las actividades de las escuelas. Cuando empiezo mis charlas, les pido a los niños que me digan el nombre de tres deportistas y tres políticos y no hay problema. Cuando les pido el nombre de tres científicos ya es otra historia. Cuesta mucho que aspiren a ser algo que a nivel social no existe. Falta que las escuelas visiten los centros de investigación y hagan que los alumnos conozcan de primera mano a científicos de primer nivel
¿Cuál es el mayor obstáculo con el que te has encontrado a la hora de explicar ciencia al público al que te diriges?
La mente cerrada de un adulto. Los niños tienden a interpretar la ciencia como algo natural, no tienen esa separación entre ciencias y letras que tenemos los adultos. Un adulto con una mala experiencia con la ciencia cree que eso no es para él. Y la ciencia sí es para él porque es exactamente igual que la música. Yo no sé tocar ningún instrumento, pero disfruto de la música aunque no sea partícipe activo. Con la ciencia pasa lo mismo, todo el mundo puede disfrutar de ella aunque no sea científico ni divulgador, incluso aunque no te guste. El adulto que tuvo un mal profesor o al que no se lo explicaron bien, se está perdiendo una parte fundamental de la cultura de nuestro país y de la Humanidad.
Reportaje gráfico: César Sánchez (Ical)