A pesar de que existen ya algunos sondeos oficiosos que no oficiales, en Castilla y León se espera que en las próximas elecciones regionales el Partido Popular, con Alfonso Fernández Mañueco ya como cabeza de cartel, gane. Pero, ojo, el famoso «granero del PP» corre peligro. Nadie a día de hoy garantiza la mayoría absoluta cuando Juan Vicente Herrera deja el testigo con mayoría minoritaria, esto es, gobernando con pactos puntuales, en este caso con Ciudadanos y, a veces, con lo que queda de la UPL, el leonesismo político que se resiste a ser sólo sociológico.
El ritmo de los acontecimientos, esto es, la moción de censura que ha tumbado la era Rajoy sin esperarlo, y con un PSOE al frente del aparato del Estado incluyendo dineros y medios de comunicación públicos, viene a ser un espaldarazo al todavía dubitativo candidato Tudanca. Una inyección de gasolina extra que no se esperaban ni en el PSCL.
Mucho y con buen tino va a tener que funcionar el Ejecutivo de Herrera para, a su vez, no dejarle tierra quemada al de Salamanca. La posibilidad de abandonar Juan Vicente Herrera el cargo antes de los comicios se ha evaporado. No habrá respaldo de un candidato desde el poder -que siempre ayuda-. Y tanto Mañueco como toda la estructura regional del centro derecha tienen que ponerse mucho las pilas para no dejarse la mayoría absoluta tranquilizadora por el largo camino que aún tienen por recorrer.
La presencia del voto a Ciudadanos crece sobre las encuestas, pero aún subiendo todo el mundo sabe que luego la realidad es menos prometedora para los de la formación naranja que, además, cuentan con otra dificultad, a saber, falta un organigrama de cargos relevantes o pesados en las nueve provincias y media. Aún así, parecen llamados a ser los árbitros del futuro y los liquidadores del bipartidismo tradicional por estas tierras.