División de opiniones ante la visita que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, realiza hoy a la capital leonesa. Incluso en el PP. Sí. No está claro que en estos momentos el presidente sea una ayuda ni que su presencia sirva para sumar. Silván y el PP leonés tienen encarrilada una estrategia a corto y medio plazo para rentabilizar una serie de grandes obras ante las elecciones autonómicas y municipales de 2019. Y no necesitan la ayuda de Rajoy. Virgencita, virgencita que me quede como estoy, pensará Silván.
Hoy por hoy, Rajoy resta más que suma a su propio partido en provincias como León. Rajoy representa al día de hoy un Gobierno agotado, cansado, sin ideas, acorralado, sin iniciativa y acosado, por primera vez, en las encuestas por partidos como Ciudadanos. El PP es ahora mismo un partido político testimonial en Cataluña, donde las elecciones las ha ganado Ciudadanos, partido que vuela en las últimas encuestas a nivel nacional. Pero parece que Rajoy no se ha enterado. Sigue con la misma táctica, es decir hacerse la esfinge, esperar que el tiempo lo arregle todo y que los errores ajenos arreglen la situación interna de su partido. Lo único que se le ha ocurrido es echarse a la carretera, pero ¿para qué?, ¿qué va a vender?
Oficialmente viene a León a disculparse por su ignorancia sobre el origen del parlamentarismo europeo. Bien. Reconocer un error y rectificar es de sabios. Viene también a visitar el Incibe. También bien, es bueno que el Gobierno central se comprometa a impulsar esta iniciativa de alto valor tecnológico y de tan alta rentabilidad para la economía leonesa. Y algo dirá sobre la minería del carbón y la continuidad de las térmicas. Pues también, bien, aunque el movimiento se demuestra andando y en el caso de la minería del carbón ya ni las milagreras palabras de “Levántate Lázaro” servirían para algo. Al tiempo.
El problema es que Rajoy no tiene ninguna credibilidad. Debería haber venido en diciembre y haber participado con algún juego de palabras en el Festival de la Magia. No da para más. Rajoy ha sido derrotado y puesto en duda de forma continua por un tal Puigdemont, un auténtico malabarista chusquero de la política nacional. ¿Y qué decir de la corrupción? Ahí están los juicios sobre la Púnica y la Gurtel, donde el PP como partido queda más que en entredicho. Sí, al PSOE le pasa lo mismo con los EREs en Andalucía, pero el mal de muchos no debería ser un consuelo para Rajoy o para el PP nacional.
La provincia de León atraviesa uno de sus peores momentos históricos. La España vacía es aquí ya una realidad y una tendencia imparable. La recuperación económica se materializa en grandes brechas de desigualdad y a costa de bajos salarios y de una enorme precariedad laboral. Y el sábado quedó demostrada en Valladolid la quiebra del estado de bienestar con una multitudinaria manifestación a favor de una sanidad pública de calidad y en contra de recortes. León sobrevive gracias a la solidaridad interregional.
Sí, en León vamos a disfrutar de un buen planificado año de la capitalidad gastronómica. Un alivio y un respiro. Pero ¿será suficiente?
Bueno, a ver qué nos vende hoy el presidente Rajoy. Y, sobre todo, cómo lo hace. Ojalá haya dejado en Madrid el uniforme de la esfinge y la escalera del gallego que no sabe si sube o baja. Ojalá venga con el traje de ejecutivo agresivo. León y, sobre todo, Silván y Majo se lo agradecerán. Se lo agradeceríamos todos.