Violeta R. Oria Durante décadas, sucesivos estudios e investigaciones sobre el Camino de Santiago han ido aportando nuevos datos al gran público sobre la historia y los avatares de los peregrinos en la Edad Media. Pero, ¿qué sabemos de la Ruta Jacobea en la Edad Moderna?
Como explica José Antonio Balboa de Paz, en el artículo que ha publicado en el último número de ‘Osmundo’, se suele creer que la peregrinación a Santiago fue un fenómeno medieval, producto de la religiosidad oscura de la época. “Luego, tras la Reforma Protestante y la Ilustración, aquella viviría un largo paréntesis de cuatro siglos, roto en la segunda mitad del siglo XX por un renacimiento insólito y espectacular”, al que todavía asistimos, mezcla de religiosidad popular, misticismo, deporte y turismo, entre otros factores.
Partiendo de esta premisa, Balboa de Paz desarrolla un interesante trabajo a lo largo de 40 páginas bajo el título “Peregrinos e indigentes en el Bierzo durante la Edad Moderna”. Porque si ciertamente la peregrinación a Santiago disminuyó en esta época, también es verdad que nunca se interrumpió; lo que si cambió, según nos explica el autor, es el tipo de peregrino.
“En siglo XVIII aumenta la pobreza estructural y la probreza coyuntural, a consecuencia de la hambruna provocada por las malas cosechas”, indica. Es por ello que muchas personas, en la lucha diaria por la supervivencia, se lanzaban al Camino, pues una de las formas de superar esa pobreza de solemnidad era viajar por esta ruta y aprovechar los recursos que la Iglesia y la sociedad civil ofrecían a los peregrinos: techo de vez en cuando, algo que llevarse a la boca, hospitales con asistencia médica ( hospital de la Reina y de Villafranca)… Fue éste un tiempo de indigentes y de pícaros. De hecho, los vecinos de las localidades que atravesaba la ruta se volvieron recelosos; hasta las autoridades compostelanas tomaron medidas como la prohibición de permanecer más de tres días en Santiago, so pena de ser expuesto al ‘rollo’ cuatro días o sufrir 200 azotes, como se explica en el artículo.
Otro de los cambios propios de esta época en el Camino a su paso por el Bierzo fue el abandono de la por entonces peligrosa ruta de Foncebadón a favor del nuevo camino del Manzanal, “que permitía atravesar la comarca por una excelente carretera”, construida tomando como base la vieja Vía Nova romana.
La Ruta de la Montaña, el camino olvidado
Si interesante es el artículo de Balboa también cabe destacar el de Adolfo Diego de Miguel, vicepresidente de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Vizcaya, sobre el Viejo Camino de Santiago ‘La Ruta de Montaña’, que nos habla de un itinerario olvidado, posiblemente el más recto y antiguo y el que utilizaron los primeros peregrinos. Se trata de la ruta que cruza la cordillera Cantábrica desde Pirineos hasta localidades como Vitoria, Frías (Burgos) y Guardo (Palencia), para entrar en la provincia de León por Cistierna y recorrer Boñar, La Robla, La Magdalena, Riello y Vegarienza, y pasar al Bierzo por Losada y Toreno, llegando después a Congosto, Ponferrada, Camponaraya, Cacabelos y Villafranca, y desde ahí entrar a Galicia por O Cebreiro.
La revista se completa con reportajes sobre los peregrinos actuales y el voluntariado, el fervor al apóstol Santiago en Chile y con un artículo de Antolín de Cela sobre el recientemente fallecido presidente de la asociación, Domingo Sánchez, precedido por el saluda del actual, Roger Morán de la Cruz.
La revista fue presentada hoy por la Junta Directiva de la Asociación, previa introducción del concejal de Cultura, Santiago Macías, que quiso apoyar con su presencia la publicación. El vicepresidente, Rafael Canseco Gómez, hizo un llamamiento a los ponferradinos para que se inscriban en la asociación, lo que tan solo conlleva una cuota anual de 15 euros. “Necesitamos savia joven, savia nueva”, bromeo con los periodistas.