Tras pasar más de diez semanas confinado en la localidad leonesa de Rabanal del Camino, el peregrino alemán Oliver Kleidt reanudó este martes su trayecto en el Camino de Santiago, en un recorrido que le ha llevado a Ponferrada un día después. Aunque el estado de alarma continúa vigente y la inmensa mayoría de albergues tienen cerradas sus puertas, este alemán asegura que su intención es volver a transitar la Ruta Jacobea una vez más, como lleva haciendo durante la última década, aunque tenga que adaptarse a las nuevas normas que exige la situación tras el azote causado por el covid-19. “Después de hacer más de 30.000 kilómetros en los últimos diez años, no voy a dejar mi casa”, confiesa.
En ese sentido, la relación entre Oliver y el Camino arranca en 2009, cuando peregrina por primera vez. “Sentí que tenía que dejar cosas de mi vida anterior”, asegura este apasionado de la Ruta Jacobea, que un año más tarde volvió para ejercer de hospitalero en la localidad de Murias de Rechivaldo, a las afueras de Astorga. Desde entonces, su vinculación con este recorrido le ha llevado a contactar con miles de personas y a prestar atención en hospicios de multitud de localidades distribuidas a lo largo del Camino. “Creo que hay pocos pueblos en los que no haya sido hospitalero”, asegura.
Además de haber ejercido de hospitalero en varias localidades de la provincia, Oliver también está vinculado a la asociación norteamericana Peaceable Projects, una entidad benéfica que reúne a cientos de peregrinos que, a su regreso de Santiago, desean aportar recursos y voluntarios para poner en marcha proyectos de atención a las necesidades de los peregrinos en distintos hospedajes distribuidos a lo largo del Camino.
Tras acabar el pasado 25 de febrero su última peregrinación a tierras compostelanas, Oliver regresó a Astorga, desde donde se dirigió a Rabanal del Camino para cuidar de la casa rural de una amiga que debía viajar al extranjero. El estallido de la pandemia y las medidas de restricción impuestas para hacerle frente le mantuvieron encerrado durante más de 10 semanas pero su confinamiento llegó ayer a su desenlace, cuando decidió colgarse la mochila y retornar a la que considera su casa.
Medidas de protección
Protegido con una bufanda que se ajusta en la cara cuando se cruza con alguien y manteniendo el respeto a la distancia de seguridad, Oliver desconoce si podrá continuar con su peregrinaje, aunque adelanta con rotundidad que no se propone abandonar su objetivo. En cuanto a sus opciones de alojamiento, el peregrino confía en que la hospitalidad habitual de la Ruta Jacobea le proporcione comida y cama en su recorrido hasta la ciudad compostelana. “Los albergues y los hoteles están cerrados pero no me importa, estoy feliz en el Camino; el resto ya irá saliendo”, explica Oliver, que confiesa que “una vez que estás dentro del Camino, ya no puedes salir”.
En ese sentido, este alemán “enganchado” al Camino reconoce que “la crisis existe” pero hace un llamamiento para que su impacto no signifique la pérdida de “las relaciones sociales y el sentido común”. “Necesitamos volver a una cierta normalidad, aunque vaya a ser algo muy diferente”, explica Oliver, que considera que el momento actual también supone una “ocasión grande” para transmitir los valores de la Ruta Jacobea. Por este motivo, el peregrino alemán comparte en su página de Facebook algunos vídeos e instantáneas de tramos del recorrido, de manera que los asiduos a la peregrinación puedan completar una suerte de “Camino virtual”.