La forma en la que el PP leonés ha liquidado políticamente a la aún alcaldesa de Ponferrada, Gloria Merayo, recuerda mucho a la “Operación Emilio Gutiérrez”, ya saben, aquella que sale en el sumario de la Operación Enredadera y en la que se reconoce una estrategia de los líderes de hace cuatro años del PP, encabezado por el diputado nacional Eduardo Fernández, el presidente Herrera, el editor Ulibarri y el entonces consejero de Fomento, Antonio Silván, para defenestrar en silencio al alcalde Emilio Gutiérrez y sustituirle en la cabeza de la lista de 2015 por el propio Silván. El éxito de aquella operación dependía de que el propio afectado, es decir Emilio Gutiérrez, no se enterase de nada y que el encumbramiento de Silván fuese lo más sorpresivo posible. Así se hizo, con nocturnidad y alevosía y cuando Emilio Gutiérrez se enteró por la prensa y casi la noche anterior a que se hiciese pública la decisión, como mandan los cánones de toda conspiración, se le prometió que el presidente Herrera le llamaría para darle explicaciones. Han pasado cuatro años y Gutiérrez sigue esperando, ay, esa llamada.
Emilio Gutiérrez, como ahora Gloria Merayo, se podía haber cabreado y montado un escándalo mayúsculo; pero en el PP ya conocían el percal de lealtad de Gutiérrez y éste se marchó por la puerta de atrás, en silencio, satisfecho de sí mismo, con coherencia y disciplina. Se retiró con dignidad. Y el tiempo ha dado la razón a este tipo de actitudes. A Gutiérrez le han propuesto ir en las listas de Vox, pero se equivocaba quien le hacía esa propuesta. Gutiérrez nunca ha sido vengativo ni revanchista. Siempre ha sido fiel a su partido y a sus creencias. Hay cosas que no le gustan, pero no responde con rabietas ni con salidas de tono. Prefiere el ostracismo, la retirada en silencio, el refugio en la familia y en los amigos. Como un señor.
Ahora le ha tocado el turno a Gloria Merayo y ésta, aunque cabreada, ha respondido con un posicionamiento parecido. No actuará con venganza, acatará la decisión de su partido con disciplina aunque no le gusten las formas ni el fondo. Como a Gutiérrez nadie le ha dado una explicación de porqué, con nocturnidad y alevosía, se ha designado a dedazo a Morala como cabeza de lista del PP al Ayuntamiento ponferradino. Ni una explicación, ni una excusa, ni un abrazo de despedida. Así actuaba el viejo PP de Herrera y así ha heredado los malos modales el nuevo PP de Mañueco. Qué tristeza y qué falta de democracia interna.
Pero es que, además, no es un caso aislado. En La Bañeza ha pasado algo parecido. La Junta local del PP bañezano y la mayoría de los concejales populares en el Ayuntamiento han abandonado el partido por la cacicada de designar a un cabeza de lista a las próximas elecciones municipales sin contar con la Junta Local ni con el grupo municipal popular del Ayuntamiento. Otra conspiración. Otra falta de tacto y de formas. ¿Tanto le cuesta a la cúpula del PP sentarse a la mesa con sus propios afiliados para dialogar, conversar y consensuar soluciones a los problemas internos? Pues, sí; debe ser un mal genético. Y, por cierto, ¿por qué no dejan en el PP que sean los afiliados, mediante primarias, los que elijan a sus candidatos?
Al final, la conspiración que derrocó a Gutiérrez terminó en medio fracaso. La Alcaldía no fue el trampolín programado para que Silván saltase a la Presidencia de la Junta y ahora ha quedado enredado en sus propias contradicciones. Y Herrera ya se sabe cómo va a terminar, tras las últimas decisiones judiciales que le afean su gestión en la Comisión de la Trama Eólica y en el caso de la Perla Negra. Saldrá por la gatera.