Muere el asesino de Columbrianos poco antes de salir en libertad

Violeta R. Oria  José Luis Monteagudo, el  ‘asesino de Columbrianos’, como se le conocía popularmente, falleció a finales de  noviembre, a la edad de 70 años, cuando todavía cumplía condena por su último delito en la cárcel de Villabona (Asturias),  y a tan solo seis meses de su puesta en libertad, fijada para mayo de 2014.

Monteagudo falleció por una parada cardiorespiratoria en el Hospital Central de Asturias, donde había sido trasladado tres días antes en ambulancia,  en estado grave, debido a los cánceres de pulmón y próstata que sufría desde hacía tiempo, prácticamente desde que ingresó en prisión en 2004 para cumplir la que sería su tercera condena.

Los que le trataron en el penal le califican de “diligente”, “trabajador”, “un interno que nunca dio problemas” y que tenía la confianza de los funcionarios que  durante años le encomendaron  trabajos que desarrolló con éxito. Pocos sabían que ese “hombre tranquilo” fue uno de los protagonistas de la crónica berciana más negra.

 Muerte de la niña Soledad Sembranes en la calle Rañadero de Ponferrada

Monteagudo nació el 20 de julio de 1943, en el municipio de Moraña (Pontevedra), si bien siendo un niño se trasladó con su familia a la localidad de Columbrianos, donde creció. Al llegar a la adolescencia comenzó a trabajar de peón. Poco después, con 17 años, cometió su primer crimen, el de la niña Soledad Sembranes Negral, de  12 años. Fue el sábado 23 de abril de 1960. Según consta en  archivos oficiales a los que  ha tenido acceso El Bierzo Digital, días antes del asesinato, Monteagudo había realizado unos trabajos de albañilería en el sótano donde después mataría a Soledad, en la casa de una pariente de la niña en la calle Rañadero de Ponferrada. Soledad Sembranes había llegado a Ponferrada de Valderaduey, un pueblo de la provincia de Valladolid, para acompañar y ayudar a esta pariente, Doña Catalina, de avanzada edad, al tiempo que seguía sus estudios en el Grupo Escolar de Campo.

Soledad tuvo mala suerte la mala suerte de que aquel adolescente,  aquel “mozalbete”, como le calificaba la prensa de la época,  se fijara en ella. El asesino conocía los hábitos de la anciana y aquel fatídico sábado, mientras ésta estaba en misa,  se presentó en la casa con la excusa de recoger una brocha que se había dejado olvidada. La niña le abrió la puerta confiada. Ya en el sótano, Monteagudo le propuso tener relaciones sexuales, a lo que la niña se negó horrorizada. Primero intentó violarla, lo que no consiguió por las dificultades físicas derivadas de la edad de la pequeña y de su falta de desarrollo. Después la estranguló con una cuerda. Ese mismo día fue detenido y al siguiente confesó y entró en prisión. La Policía quedó sorprendida por su comportamiento tranquilo y por su falta de remordimiento, como si lo sucedido no fuera con él. En la foto policial aparece con cara relajada, mirando fijamente a la cámara.

El día 28 se celebraron los funerales de la niña en la Basílica de la Encina, con la presencia de sus padres,  a los que el Ayuntamiento de Ponferrada pagó la sepultura de Soledad.

El suceso conmocionó la ciudad,  hasta una copla se le dedicó, unas rimas  que se vendieron por toda la provincia de León y que se recitaban corriendo de boca en boca,  todavía presentes en la memoria popular.

Rebaja de condena y agresión 

A pesar de que fue condenado a 20 años por homicidio y seis meses por agresión sexual, lo cierto es que José Luis Monteagudo salió antes de la cárcel años antes, previsiblemente por acogerse a la “redención por el trabajo”, el sistema por el que se podía reducir una condena prácticamente a la mitad  al condonarse un día por otros dos trabajados. La fecha exacta no figura en ningún registro, si bien hay constancia de que  1974 ya estaba libre, pues en marzo de ese año un familiar le denunció ante la Guardia Civil cuando,  en el trascurso de una disputa, Monteagudo le agredió “causándole lesiones, teniendo que ser asistido de las mismas en la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social de Ponferrada”, según publicó el Diario Proa, en un breve de su sección de sucesos, previsiblemente sin saber que se trataba del José Luis Monteagudo que 14 años antes había matado a Soledad Sembranes.

María García López, la segunda víctima, estrangulada y violada

Seis años después, casado,  y con residencia en Columbrianos, Monteagudo cometía su segundo crimen, el de la joven de 19 años María García López, todavía más truculento si cabe que el de Soledad. María era una joven vendedora de libros, de 19 años de edad, a la que le daban miedo los perros. Esa fue su perdición.

María era natural de San Cristóbal de la Vadueza y vivía en Puente Boeza, en la avenida de Sanabria. El 28 de febrero de 1980 pasó la mañana en Columbrianos, de casa en casa, tratando de vender libros de la editorial para la que trabajaba, junto a otros compañeros. A las dos de la mañana del día 29, éstos daban la alarma por su inexplicable desaparación.

A la Policía no le hizo falta mucho tiempo para dar con el asesino, dado que María había sido vista por última vez en casa de Monteagudo intentando vender libros. El  asesino era por entonces un padre de familia con mujer e hijos. Cuando María expresó a la familia su miedo por los perros de la siguiente casa que se proponía visitar, la mujer de Monteagudo pidió a éste que la acompañara. Por el camino, Monteagudo propuso a la joven tener relaciones sexuales, ésta le dijo que no  y él la estranguló. Una vez muerta, la desnudó y la violó. Después la tiró  a un pozo en las afueras del pueblo donde la Policía, tras obtener su confesión, la encontró. De” maniaco sexual” le tildó la prensa, de psicópata, los expertos.

28 años de cárcel de los que solo cumplió 17

En esta ocasión, la condena fue superior: 28 años de cárcel por homicidio y seis meses por profanación de cadáver. No obstante, en julio de 1997, tras 17 años,  ya estaba en libertad, eso sí, completamente solo. Su mujer le abandonó. El asesino se trasladó a la ciudad de León, con el fin de comenzar una nueva vida.

Intento de asesinato a una anciana en León

Pero siete años después, en 2004, volvió a ser detenido,  en León,  por el intento de asesinato de su casera, una mujer mayor, a la que visitó so pretexto de pagarle la renta. Ya en el piso,  mientras la mujer estaba de espaldas, se abalanzó sobre ella y la intentó estrangular. Para evitar que gritara le tapó la boca y, gracias a ello, la mujer le mordió y conseguió que, por un momento, sus gritos se oyeran en la casa. Los vecinos acorralaron a Monteagudo en la escalera y llamaron a la Policía, que llegó, le tomó los datos y le dejo marchar, hasta que en Comisaría se comprobaron sus antecedentes, dando lugar a una orden de búsqueda que terminó dos días después con su detención.

La condena fue de 11 años y tres meses, y esta vez ya no hubo reducción de la pena. Ingresó en la cárcel de Mansilla de las Mulas pero pronto fue trasladado a Villabona por miedo a presuntos actos violentos de otros presos, que pudieran conocer su historial, contra su persona. Y allí estuvo, como un preso modélico en apariencia, hasta que con su muerte se cerró uno de los más tristes capítulos de la historia del Bierzo.

l