2019 se presenta como el año del reencuentro de los 192 alumnos de Sexto de Bachillerato del Gil y Carrasco. Cincuenta años después de su viaje de fin de curso a Barcelona, el mismo en el que se fueron del Bierzo ilusionados por ir a “aquella tierra lejana”, antes de llegar a Zaragoza padecieron la avería de uno de los autobuses y volvieron cargados de platos Pyrex para sus padres.
El primer gran reencuentro fue el 28 de diciembre de 1999, cuando consiguieron reunirse 104. “Algunos ya faltaban”, explica a este medio Neli Soto, “la lianta” de la iniciativa junto a “Féliz Rodríguez de la Fuente, el de los pájaros no, uno que se llama igual que él”, bromea, y “Fernando”. Y sólo faltaron por contactar dos: “Ester Cubría Morán, y uno que se apellida Toribio Nieves, o algo así”. “La fecha coincidió con el Día de los Santos Inocentes y nunca pensamos que nos íbamos a reunir tanta gente”, recuerda Ernesto Armesto. Cenaron botillo, “por decisión unánime” en el Azul de Montearenas e invitaron a sus profesores.
Durante meses estuvieron elaborando una base de datos para dar con los teléfonos, entonces fijos, de sus antiguos compañeros de instituto, incluso enviaron decenas de cartas que dieron sus frutos. A partir de ese momento, se instauró la tradición de verse al menos una vez al año. “Siempre en diciembre. Hacemos una cena, y una vez hicimos una comida. Sólo con que vaya otro y yo ya hay cena”, ríe Armesto. No obstante, la intensidad de la primera quedada fue disminuyendo con el paso de los años. “A medida que el 99 se alejaba en el tiempo cada vez se apuntaba menos gente y es una pena”, valoró Soto.
“En el 2019 hacemos 50 años y no vamos a pasar desapercibidos desde luego. ¡Vamos a intentar reunirnos todos otra vez!”, anuncia el tercero de la quinta del 69 que se unió a nuestra charla Godofredo Carrera, ‘Fredo’. Para ese día, que previsiblemente será el 22 de junio, está prevista una misa en honor a la patrona del Bierzo, la Virgen de la Encina, una visita turística a un punto emblemático de la ciudad de Ponferrada y una comida de confraternización. “La actividad principal es reunirnos y hablar de las vivencias que compartimos que cada uno las recordaremos de una manera”, subraya Neli.
Ella empezó Bachillerato en el Gil “desde Primero” y se mantuvo en sus aulas hasta Sexto, en las que reconoce que fue “muy feliz”. “Guardo recuerdos muy importantes. Tuvimos un profesor, don Isaías, que nos decía que a clase había que ir como caballeros, con corbata, y nosotras que éramos un grupo de 12 chicas, las primeras que íbamos a clase por la mañana con los chicos, un día que tuvimos ciencias con él nos pusimos todas una corbata… ¡Menudo cachondeo!”. “Otra anécdota es que algo pasó en el Gil que nos pusimos cascabeles en los calcetines y por todo el instituto todo el tiempo era ‘doce cascabeles…'”, tararea, “el jefe de estudios, que era don Manuel Lozano, fue a echarnos una bronca. Entonces cuando entraba un profesor en el aula nos levantábamos y cuando salía igual, era una deferencia, él nos acababa de decir que no quería oír un cascabel más en el instituto y todos los cascabeles a sonar cuando terminó el discurso y salía de clase”.
Santo Tomáss de Aquino era también una fecha especial en el calendario. Era el día de la cabalgata en la que imitaban a los profesores, “con las frases que más repetían”. “Hacíamos dos días de fiesta y un partido en el campo de fútbol del Santas Martas…”, cuenta Neli concluyendo: “yo viví mucho el Gil, por eso mi vida siempre ha estado unida a él y le tengo un cariño especial”.
Bien diferente es el recuerdo que guarda Fredo de su época como estudiante en el centro ponferradino. “Yo no soy de Ponferrada, venía y me iba todos los días desde mi pueblo, Losada, a 30 kilómetros de aquí, quitando en invierno. Salía de casa, cogía mi bicicleta que no tenía cambios, bajaba y subía unas cuestas espantosas, iba hasta San Román donde cogía un autocar de Fernández y venía al instituto y a la salida otra vez de vuelta a casa porque igual había que estudiar o salir con las vacas”, narra reconociendo que “el ambiente estudiantil no lo viví nada, nada”. Pero eso no le impidió hacerse su grupo de amigos, “me acuerdo de Francisco Javier… Yo venía de pueblo y no sé por qué nos hicimos muy amigos. Él estaba bien situado económicamente, conocía muchos lugares de Ponferrada y yo no. Me llevaba a todos los sitios… ¡Se me ha quedado clavado!”
También recuerda el examen de Matemáticas de grupos en el que “nadie teníamos ni idea, menos Ares”, “era un fenómeno. Hizo el examen muy rápido, muy rápido, y lo metió por debajo de la puerta. No para mí, para el de detrás, pero lo copié todo”, se ríe al recordarlo. Por lo demás, “quitando a los compañeros que son de Bembibre, al resto no los conozco. Me marché a Barcelona y vine hace poco y aquí no tenía contacto con nadie. No tenía vida social”.
Ernesto Armesto empezó en el Gil en Cuarto y tiene más recuerdos de sus compañeros del colegio que de los del instituto, “porque jugaste y te peleaste más con ellos”, pero aún así asegura que mantiene el contacto con algunos. “Con otros, por circunstancias de la vida, no. Tampoco es lo mismo estar en el pueblo que estar aquí que haces mucha más vida. En el 99, cuando nos reunimos, te das cuenta de mucha gente”. Este verano, en Villagarcía de Arousa, se reencontró con uno de ellos: “estaba con mi mujer en una terraza y otro señor enfrente. Y me miraba. Cuando se levantaron se acercó y me preguntó si era Ernesto Armesto. No lo había vuelto a ver más pero él después de 40 años se acordaba de mí”. Por eso espera que el reencuentro de todos sus compañeros del próximo año sea un poco como “la Mili”, “cada uno contará las batallitas que recuerda… Yo recuerdo varias cosas pero no muchas”. El recuerdo que sí guardan los tres, Neli, Ernesto y Fredo, es su viaje a Barcelona. Fue en marzo del 69, “¡el año que ganó Salomé Eurovisión!”, toman como referencia.
“La ventaja que vamos a tener es que en el 99 estábamos todos trabajando pero el año que viene estamos todos jubilados. Así que nadie tiene excusa”, espera Fredo. Neli y Ernesto aprovechan para animar a los quintos que lean el reportaje a “apuntarse”, sobre todo a los más cercanos “que suelen ser a los que más les cuestan estas cosas”. Al tiempo, pidieron una pequeña ayuda, “si alguna coral o grupo quisiera amenizarnos la misa y la comida desinteresadamente…”, sino tendrán que tirar de amigos, en cuyo caso lo tienen claro, “encontraremos a alguien”.