Los graves sucesos de París del día 7 y siguientes del presente mes,ponen sobre el tapete una vez mas las graves consecuencias del fanatismo. Son muchas las causas que pueden empujar a un ser humano a ser fanático y una de estas es en mi opinión el hecho de no distinguir nítidamente entre las verdades a secas y las llamadas “verdades de fe”. Vaya por delante que cualquiera tiene todo el derecho del mundo a creer en lo que quiera y a que sus creencias se respeten escrupulosamente;pero todos tenemos asimismo derecho a utilizar esa cualidad en la que mas nos diferenciamos del resto de los animales:nuestra capacidad de raciocinio. Cuando esta se pone en marcha,las verdades de fe se desmoronan como un castillo de naipes;porque estas por su propia naturaleza no pueden ser verdades verdaderas,valga la redundancia,pues de ser así dejarían de ser dominio de las religiones y serían una materia de estudio mas. Se podría analizar por ejemplo la velocidad a la que pueden volar los ángeles, la temperatura de las calderas del infierno o la potencia destructiva (en megatones como las armas nucleares) del poder del demonio. En suma que al igual que hoy se estudian las Ciencias de la Tierra (geología);se podrían cursar las Ciencias del Cielo.
Dicho esto y puesto que nada tengo en contra de las creencias de cada cual y menos aún de las cristianas, añado que muchas de las enseñanzas de la religión y me refiero a la religión cristiana (no me he puesto a estudiar otras),son muy dignas de todo elogio. Por ejemplo todo eso de la caridad y el amor fraterno;…..pero claro una cosa es predicar y otra aplicar esa predicación. Después de 20 siglos seguimos los humanos sin hallar una fórmula adecuada para llevar al terreno eso que teóricamente parece el mundo ideal. Habrá que esperar a que el Reino de los Cielos,llegue a la Tierra.¿Ocurrirá esto alguna vez?¿Cuando?. Ante este panorama me da la impresión de que todas las religiones insisten en la promesa de la Vida Futura,llena de felicidad que se emplea como acicate para instar al cumplimiento de esas elogiables prácticas;….pero claro la existencia de esa recompensa futura (EL Cielo), así como en su caso el castigo (El Infierno);no son mas que verdades de fe.
Estas y otras muchas consideraciones (repasemos la Historia) hacen que eso de la “religión que es la única verdadera”;suene cada vez mas a puro “cuento chino” y por ello los cristianos de nuestra época, en buena medida hemos aprendido a diferenciar entre verdades y creencias. Mantenemos las practicas religiosas en buena medida por costumbre o porque forman parte de nuestro legado cultural y por ello seguimos celebrando festividades religiosas (la Navidad por ejemplo);si bien es cierto que a medida que pasa el tiempo la presencia de la religión en la vida cotidiana disminuye,mas y mas. Es una tenencia generalizada desde al menos el siglo XVIII,que curiosamente es el llamado “Siglo de las Luces”
Cualquier persona que como es mi caso haya pasado muchas,muchísimas horas analizando escritos de hace siglos comprenderá perfectamente lo que digo. “En el Antiguo Régimen, la religión lo impregnaba todo”,escribió hace años el conocido historiador berciano Antonio Balboa de Paz ( muy conocido por otra parte entre los lectores de “Bierzo Digital”) y en efecto así era. Esta omnipresencia de la religión explica,en parte al menos, fenómenos tan abominables como las guerras de religión o la Inquisición y sus siniestras prácticas. Los cristianos también en el pasado obramos de modo inaceptable.
En realidad no hace falta retroceder a los tiempos de la Inquisición,para hallar practicas poco adecuadas. Recuerdo perfectamente cuando en mi pueblo,el párroco se presentaba de improviso en la escuela y suplantaba al maestro con la mayor naturalidad para enseñarnos un libro enorme, lleno de imágenes de los infiernos y otras “lindezas” parecidas. En aquellos tiempo ,muy recientes históricamente aún; eso de vivir “amontonados” era un escándalo inadmisible,pero hoy en el pueblo (como en otros) las parejas que hacen vida matrimonial sin ningún tipo de trámite previo,es el pan nuestro de cada día. Si hay que ir a misa se va y si no,no pasa nada,pues hay libertad de credos. Nadie persigue,ni insulta a los que van a misa o a las procesiones ,muy al contrario de lo que lamentablemente,si debía ocurrir en otros tiempos también,no muy lejanos (II República). Tampoco nadie,tilda de “herejes” a los que en vez de entrar a la iglesia se quedan en el bar. Así entiendo que debe ser y a ello a contribuido en buena medida el avance del conocimiento científico que desde hace siglos (Copernico,Galileo,Darwin);ha ido poco a poco desmantelando la vieja idea de una religión única y absolutamente verdadera.
Pero claro este avance en lo que llamamos Occidente,no se ha producido (aún) en otras partes del Planeta,donde todavía hay muchas personas que parecen vivir en la Edad Media y por ello actúan como los cristianos de las Cruzadas o la Inquisición. Esto explica la clara hostilidad que en algunas de esas regiones se tiene contra la enseñanza. Para quienes quieren que las personas sigan ancladas en el pasado nada mejor que “reine la ignorancia”, frase esta que me parece haber oído alguna vez a uno de mis abuelos, al referirse a los malos curas que en su tiempo conoció.
Claro que la fe es algo tan personal, que sólo cada cual sabe hasta que punto es real o fingida. A veces da la sensación de que las verdades de fe, sólo son una excusa para lograr otros fines que nada tienen que ver con las enseñanzas religiosas. Hay muchos ejemplos y uno de los que mas a mano tenemos es La Navidad. Al abrigo de la religión se mueven numerosos intereses económicos.
De ser así y generalizando este fenómeno cabe señalar que hay dos posibles razones para el fanatismo de origen religioso. Una podría ser simplemente que hay personas que se han dejado “comer el coco”,por ideas religiosas mal interpretadas y llevadas a extremos inadmisibles. Otra que con la excusa de la religión,lo que realmente se persigue son otros intereses,que incluso pueden ser totalmente opuestos a las enseñanzas religiosas. Quizá cualquier día esos individuos sospechosos de haber desviado ilícitamente cuantiosas cantidades de dinero,nos quieran convencer de que simplemente lo trasladaron al Banco del Mas Allá, para garantizar lo que realmente importa,la salvación del alma y la otra vida. De este modo los jueces y tribunales terrenales,no deberían ni podrían rastrear la pista de ese dinero “perdido”. En una palabra que con la excusa del Mas Allá,lo que realmente se pretende es solucionar el “mas acá”. A veces,repasando la Historia, pienso que esto ha ocurrido muy a menudo a lo largo de los siglos.
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Madrid 10 de enero de 2.015
Rogelio Meléndez Tercero