Desde hace bastante tiempo en los medios informativos ha sido tema preferente el llamado problema catalán. Periodistas, tertulianos y políticos de todas las tendencias se rebanan los sesos al abordar su análisis y en proponer soluciones. El problema ha sido creado por los políticos españoles: partiendo del error de transferir las competencias de educación y lengua a la comunidad autónoma, ejercidas como ariete para el adoctrinamiento nacionalista, se ha llegado a que un presidente del Gobierno dijera que España es una nación discutida y discutible.
Contrasta el ruido mediático del “problema catalán”, y lo cansino de sus reformulaciones en el tiempo, con el silencio y la lealtad de Castilla, que tuvo que tragar con su partición autonómica y con el desempeño de un papel muy secundario en la democracia española, todo ello tras décadas de marginación económica que le impuso el franquismo.