El berciano Carlos Fernández Ramón presenta en su tierra el último producto de la pequeña empresa que lleva con su pareja, Cerveza Castreña. Una hidromiel llevada a cabo con agua, miel cosechada directamente de las más de 200 colmenas que tiene repartidas por toda la comarca, levadura para agilizar el proceso de fermentación y un poco de lúpulo para diferenciarla del resto de hidromiel que hay en el mercado.
Esta nueva cerveza artesana se une a la Ipa y a la Apa que ya elaboraba la marca berciana y a un yogur artesano elaborado con queso de oveja y miel de la comarca. “Todos nuestros productos tienen como ingrediente principal la miel. Quiero elaborar diferentes productos en los que la miel sea el denominador común. Apuesto por productos de calidad. Comenzamos a hacer la Castreña en el Bierzo, en Camponaraya, pero por motivos de hacer más sabores y más cantidad nos vimos obligados a salir del Bierzo y desplazarnos a tierras vallisoletanas donde estamos fabricando ahora y mi ilusión para este año es inaugurar mi fábrica en Chano, el pueblo de mis abuelos y mi padre”, declara Fernández Ramón.
La hidromiel no es solo un producto 100% sello berciano, es el sueño de Carlos hecho realidad. “Comencé en la apicultura hace 15 años de la mano de mi profesor del instituto y desde entonces sigo con las colmenas”. Ese profesor, Paco, el de Latín, fue quien lo inició en la apicultura y gracias a eso hoy tiene unas 236 colmenas y una pyme que tuvo que dejar de producir en Camponaraya porque aumentaba su producción de manera exponencial. Ahora, las cervezas Castreña se fabrican y embotellan en Valladolid, lo que les ha permitido abrirse camino en mercados a nivel nacional como la propia Valladolid, Madrid y hasta Barcelona.
El nuevo producto Castreña, la hidromiel, supone la exaltación de la bebida típica de los apicultores y un intento por recuperar la bebida alcohólica tradicional del Bierzo antes de la llegada de los romanos, con una graduación superior a la de una cerveza tradicional, 14 grados. “La hidromiel es la bebida alcohólica más antigua. Es el germen originario de la cerveza. Es un licor, entre comillas, por su alta graduación, que está muy bien compensada. Se nota el toque alcohólico pero muy enmascarado por el toque del lúpulo. Esta bebida dejó de consumirse por la llegada de los romanos a la península que trajeron la vid y pusieron de moda el vino. Yo recupero un poco la receta y lo hago con mucho cariño. El secreto de la receta es nuestra miel. Una miel del Bierzo, de montaña, de calidad, en lugares donde no hay contaminación y para cuya elaboración se sigue un proceso muy cuidado”, subraya. Es posible que más pronto que tarde, Carlos sorprenda con una receta más accesible a todos los paladares y con menos graduación alcohólica.
Las recetas en cervezas son recetas ‘vivas’ porque sus creadores viven en una búsqueda constante de la perfección. “Alcanzamos una receta pero no nos conformamos, vamos innovando. Se va a poner de moda la cerveza artesana y nosotros hemos querido tocar un poco el tema por adelantado, buscando siempre la innovación. En verano hemos hecho también con nuestra Ipa un helado de cerveza artesana que a la gente le ha gustado mucho. Ha estado en las Jornadas Gastronómicas del Bierzo como postre”, recuerda.
El nombre Castreña no es casual. Carlos Fernández hace gala de sus raíces fornelas, hijo y nieto de vecinos de la pequeña localidad de Chano, donde quiere reabrir la casa de sus abuelos como su propia fábrica para revitalizar y dar el lugar que se merece al valle berciano. “Hemos hecho las obras de acondicionamiento en aras de conseguir el registro sanitario para nuestra miel. Tenemos la infraestructura y ya hemos lanzado los papeles para que nos autoricen la fabricación de nuestros productos. Los trámites administrativos no van todo lo rápido que yo quisiera pero sí que de momento no tenemos ninguna negativa, todo me hace indicar que vamos en el buen camino. Lo que queremos ofrecer es dar a conocer el Valle de Fornela, donde he crecido, potenciarlo porque es un valle con muchas posibilidades pero a día de hoy todavía no se han descubierto. Con la creación de la fábrica le vamos a dar peso a la zona y sobre todo lo que yo busco, pasar más tiempo allí”, explica.
En estos momentos, la empresa berciana produce 2.000 litros mensuales de cerveza, que traducido en botellas serían unos 6.000 botellines, con un único ‘enemigo’ que le pone trabas, el oso pardo. “Me preocupa el tema del oso. No me llevo bien con él y yo tampoco le caigo muy bien. Siempre andamos en confrontación. La última visita que me hizo me acabó con un colmenar entero y sí que hay ayudas por parte de la administración pero llegan tarde, mal y a veces ni llegan o no llegan lo que deberían llegar. En un momento me desanimó pero conocí el Banco de Tierras del Consejo Comarcal y me ha servido de gran impulso. Ahora mis colmenas están en el Valle del Silencio, Médulas, Cacabelos… Un poco repartidas por los sitios donde vendo más producto y así aprovecho el viaje para servir a mis clientes y visitarlas”, reconoce.
Un pequeño impulso para su presencia en el mercado nacional será la participación en el Barcelona Beer Festival 2017. Su cerveza de etiqueta azul está fabricada y agotada, esperando la llegada del encuentro nacional e internacional de los maestros cerveceros del mundo. En él la cerveza berciana se medirá con las distintas variedades belgas, alemanas, sudamericanas, norteamericanas y españolas que acudan. Pero antes, este jueves a las 20:30 horas, Carlos tendrá que ‘enfrentarse’ al público más crítico que se va a encontrar a corto plazo, el berciano, con la presentación de su hidromiel en el Café del Teatro Bergidum de Ponferrada.