PREMIOS MUJER 2024

El castaño, fuente de recursos

Tras siglos de supervivencia, la especie se enfrenta ahora a dos terribles amenazas: el abandono por parte del ser humano y las plagas
Imagen de un soto de castaños con frutos ya caídos al suelo. / EBD

Desde que los romanos los importaran a la Península Ibérica para alimentar a sus tropas con pan de harina de castaña, a estos árboles siempre se les ha encontrado utilidad. Han servido para construir cunas y ataúdes, para alimentar a humanos o a animales. Hace unos años, investigadores del Centro Tecnológico Forestal y de la Madera de Asturias (Cetemas) caracterizaban las propiedades resistentes del castaño producido en España, un trabajo que allanó el camino para el uso estructural de esta madera.

Pero la potencialidad del castaño no se limita a la madera: con un elevado contenido en grasas, proteínas, minerales y vitamina C, la castaña es un recurso gastronómico de primer orden, que llegó a desempeñar en la alimentación de los pobladores del noroeste peninsular el papel que posteriormente asumiría la patata.

Por eso los investigadores del Cetemas proponen la aplicación de un modelo mixto de gestión forestal que permita “conservar y potenciar el valor cultural, paisajístico y biológico de los castañares, y que no sólo permita la regeneración óptima de los árboles talados, sino que también compagine la obtención de madera y la producción de fruto”, concluye Abel Vega.

Las amenazas

Pero, tras siglos de supervivencia, el castaño se enfrenta ahora a dos terribles amenazas: el abandono por parte del ser humano, el mismo que hace siglos los trajo a la Península Ibérica y los utilizó para alimentarse de su fruto y utilizar su madera, y las plagas.

La crisis ha hecho que en comarcas como el Bierzo se haya recuperado la explotación de un buen número de sotos, fundamentalmente como un complemento a la economía familiar. Aún así, muchas fincas, sobre todo las de más complicado acceso, siguen abandonadas.

Desde el punto de vista fitosanitario, ha habido avances importantes en la enfermedad más devastadora para esta especie, la llamada ‘enfermedad de la tinta del castaño’ provocada por el hongo Phytophthora cinnamomi. Esta solía afectar primero a las raíces, ennegreciéndolas y pudriéndolas hasta alcanzar un tono negro-azulado; a continuación, la base del tronco se pudría y la corteza se agrietaba hasta comenzar a exudar una resina negra.

A lo largo del siglo pasado, la estrategia más eficaz para proteger al castaño consistió en el cruce de ejemplares europeos con asiáticos –más resistentes a esta enfermedad–. Sin embargo, completar todo este proceso requiere entre 20 y 25 años. “Desde el punto de vista científico, hoy en día se han conseguido clones resistentes a la tinta”, dice Díaz-Maroto, apuntando que desde 2005, todas las nuevas repoblaciones de castaño en Galicia se realizan con clones.

“Ahora el problema principal es el chancro, el cáncer del castaño”, dice Díaz-Maroto. El chancro, producido por el hongo Cryphonectria parasitica va poco a poco afectando al árbol, no es tan destructivo como la tinta pero aún no se ha encontrado un remedio lo suficientemente potente para acabar con él. “Aún así, yo creo que se va a lograr”, apostilla. Los castaños tampoco son inmunes a la sequía o al calentamiento.

Se teme que, debido a la falta de población alrededor de los soutos, la tarea de mantenerlos para producir castañas resulte cada vez más y más laboriosa. “Si se sustituyen para producir madera, el esfuerzo para mantenerlas va a ser mucho menor y el rendimiento mucho mayor”, dice Díaz-Maroto. Por el parecido que su madera guarda con la del roble, los ingenieros están estudiando su uso en la fabricación de toneles. Conocido como ‘el hermano pobre del roble’, la madera de castaño “tiene una carga de taninos, los compuestos que ayudan a que el vino tenga ese sabor tan particular de crianza”, señala el ingeniero.