Cara y cruz socialista

Aunque el PSOE cuenta con un líder sobre el papel perfecto para intentar desbancar al Partido Popular en la liza electoral, lo cierto es que no todo en la vida política radica en tener buena planta, gustar y mucho al mal llamado sexo débil, contar con experiencia en cargos públicos y tener una excelente formación académica o intelectual. En Castilla y León, como en el resto de España, el socialismo adolece de algo básico que lo presenta débil a priori y a posteriori, a saber, la crónica división que padece. En nuestra Comunidad la traición del clan burgalés, encabezado por Juan José Laborda y secundado por varios prebostes vallisoletanos, hicieron añicos al zamorano Demetrio Madrid. Eso, mucho antes que los propios escándalos que salpicaron al expresidente de la Junta de la recién formada Castilla y León. Pero claro, la memoria es frágil. Desde entonces, el socialismo de aquí no levanta cabeza. Y mira que lo intentan.

Pues sí, amables lectores, algo parecido aunque con los lógicos matices que lo diferencian sucede a nivel estatal con Pedro Sánchez. A la ultra izquierda la tiene crecida con los de Podemos, que lejos de conformarse con merendarse a IU quieren también parte del pastel de la izquierda moderada. Pero, además, cuenta con una clara amenaza desde Andalucía, cuya presidenta aparece y desaparece en la escena mediática advirtiendo de su poder y presencia si el examen no acaba de aprobarse. A eso añádanle las dudas o medias tintas sobre el asunto catalán y obtendrán que su principal enemigo, esto es, Rajoy y el Partido Popular no lo parecen tanto a fuerza de atender a tantos frentes.

Por el bien de nuestra Comunidad deseamos que a Tudanca y compañía les salgan las cosas medianamente bien, aunque no obtengan posiblemente la victoria. Necesitamos estabilidad en tiempos convulsos para la gobernabilidad. O si no que se lo digan a los catalanes…

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