Tras perder la oportunidad del AVE, que finalmente llegó a Coruña a través de Zamora y Orense, Ponferrada y el Bierzo esperan ahora al Eje Atlántico para modernizar sus comunicaciones, más allá de la A-6. Porque estar en la ruta que une Madrid y A Coruña es la única razón que ha salvado a la comarca de la incomunicación: cuando se construyó la autovía, antes la Nacional 6, y, mucho antes, durante el reinado de Carlos III, el llamado Camino Real entre Madrid y A Coruña. En aquella ocasión ‘ganó’ el trazado por Benavente, Astorga y el Puerto de Piedrafita ante las quejas de ciudades gallegas como Santiago, Ourense, Pontevedra y Vigo, con un puerto ya destacado por entonces en plena batalla por el comercio con América.
El Camino Real entre Madrid y A Coruña fue en su época una obra de la magnitud de la A-6 en el siglo XX. Años después de la construcción de esta ‘carretera’, como ya se la denominaba entonces, militares franceses e ingleses, que se enfrentaron en España durante la ocupación napoleónica, calificaron esta vía como la calzada de Europa más “bella y sólida”, según narra el historiador José Ramón. A Teijelo en su estudio sobre la publicación ‘Recuerdos de las campañas de España y Portugal’ del coronel Sprünglin, un suizo que combatió en la Grande Armée.
Obras de ingeniería
Lo que más llamó la atención de estos militares fue el “ingenio” para sortear las dificultades en los tramos desde el Manzanal a Bembibre y desde Villafranca a O Cebreiro. En la construcción de este Camino Real los trabajos se apoyaron en el descubrimiento del ingeniero militar francés Carlos Lemaur, en 1764, de la vía romana de Astorga a Bergidum (cerca de Cacabelos) o Vía Romana XIX. Gracias a este hallazgo se aprovecharon tramos de esa vía y puentes. “En estas trabajossímas marchas he descubierto la antigua vía militar”, dejó escrito Lemaur, que redactaría el proyecto del tramo entre Astorga y A Coruña.
Lemaur, uno de los grandes ingenieros de la época, que trabajaba frecuentemente con cuatro de sus hijos, se ‘consagró’ con la construcción del paso de Despeñaperros, al norte de Jaén y acceso desde la meseta a Andalucía.
Uno de estos puentes romanos rehecho en el siglo XVI, que unía las localidades de Congosto y Cubillos del Sil, se halla bajo las aguas del pantano del Bárcena, si bien algunos años de sequía sale a la superficie de manera destacada, la última vez, en 2016.
El Bierzo, un jardín
El recorrido del Camino Real ha servido a varios viajeros de eje para narrar cómo eran las comarcas que lo atravesaban, entre ellas el Bierzo, en el siglo XVIII. Así, el coronel Sprünglin describe el agreste paisaje entre Manzanal y Torre del Bierzo y su contraste con el valle que se abre a continuación con Ponferrada en el centro. “La viña, el olivar, el ciprés, el laurel, la higuera decoran decoran a porfía el suelo fértil que vamos a recorrer”, afirma, pues en su opinión, “el valle del Sil, ancho, espacioso, garantiza igualmente los vientos del norte y los calores del sur, y es un jardín”. De Villafranca destaca sus “magníficos puentes” sobre el Burbia y el Valcarce y sus “recursos de todo género”, como “los forrajes, el vino, la carne…”
Los Caminos Reales
Con la llegada de Carlos III se intensificó la construcción de una red vial radial con centro en Madrid. El 10 de junio de 1761 se expidió una orden “para hacer caminos rectos y sólidos en España que faciliten el comercio de unas provincias a otras, dando principio por las de Andalucía, Cataluña, Galicia y Valencia”. La Corona financió esta red radial, siendo la primera vez en España que las comunicaciones se convertían en un asunto de Estado.