PREMIOS MUJER 2024

Belén sufriente

Aunque la costumbre de poner el belén ha pasado por una cierta crisis, acaso por la incorporación de la moda del árbol de Navidad, creemos que esta crisis ha sido felizmente superada, dando lugar a una importante proliferación de belenes, incluidos los belenes vivientes, y eso a pesar de las absurdas prohibiciones de signos religiosos, por ejemplo, en algunos colegios.

Lo que parece  que nunca pasa de moda es la repetición de situaciones semejantes a las de la primera navidad: esto es, familias que tienen que desplazarse por culpa de los tiranos de turno, llámense César Augusto, Herodes, o tantos otros sátrapas o malos políticos.

El portal de Belén es el símbolo de los que no tienen un techo estable y digno donde cobijarse, de tantas familias desahuciadas o que, aunque no vivan en la calle, ya les han cortado la luz y no tienen para pagar la calefacción. Es la triste historia que se repite y que, aunque la sociedad celebre la navidad por todo lo alto, dejarían en la calle al Hijo de Dios si volviera a nacer. O más bien que lo seguimos dejando en la calle, porque como Él mismo dijo lo que dejemos de hacer a estos pobres a Él se lo dejamos de hacer.

Si cada Ponferradino aportáramos un euro a Cáritas, lograríamos una suma de setenta mil euros, si entregáramos dos euros, sería de ciento cuarenta mil… Y si hiciéramos lo mismo todos los bercianos mucho más. Lo fácil que sería que todos tuvieran luz y calefacción y muchas más cosas.

Claro que los problemas no se arreglan con parches. La navidad debería ser una llamada a nuestras conciencias, a no resignarnos a aceptar situaciones moralmente insostenibles, a transformar el mundo en que vivimos, según los criterios del que un día nació en Belén, que ahora vive resucitado y sigue hablando a quien quiere escucharlo.