PREMIOS MUJER 2024

Aún hay esperanza

No ignoro los cantos del gobierno ni las dudas de la oposición sobre el final de la crisis, posturas tan opuestas que no pueden ser ambas creíbles. Hay noticias sin duda positivas. El presidente Rajoy se jactaba hace unos días de que “ya nadie pregunta por el rescate”. Hace un año toda la oposición no solo lo daba por hecho, sino que en algunos casos lo pedían con insistencia, ante una prima de riesgo desbocada por encima de los 600 puntos, pese a las terribles consecuencias sociales que hubiera provocado, como en Grecia o Portugal. Hoy la prima de riesgo está en los 220 puntos, lo que permite al Estado vender deuda pública a intereses razonables y que encuentre compradores que la deseen, signo de la confianza que inspira su política.

La situación económica ha mejorado, aunque a costa de reformas que han traído mucho dolor a la sociedad española: paro, congelación salarial, reforma laboral con pérdida de derechos para los trabajadores, deterioro de los servicios sociales. Tales reformas han recibido el parabién de los principales organismos internacionales (Banco Mundial, OCDE) y de numerosos gobiernos europeos, como el alemán que por boca de su canciller, la señora Merkel, las alababa el otro día públicamente en el Bundestag. Pero quizá lo más importante haya sido el cambio, a última hora, en la valoración de la situación española por las agencias de rating (Fich, S&P, Moody’s), porque muchos inversores extranjeros solo invierten si estas la califican positivamente. Y la inversión la necesitamos como agua de mayo.

Dado los pocos mecanismos que tiene el gobierno para sortear la crisis, al no disponer de una política monetaria propia que le permita devaluar la moneda para ser competitivo, la única manera de salir de ella es competir mediante salarios más bajos. Tal política está dando resultado, al menos en lo que se refiere a la exportación hacia el exterior, pero tiene graves consecuencias por la drástica reducción del consumo interno, estrategia para reducir la deuda de las familias, que por suerte ha vuelto al nivel previo a la crisis. Pero si este consumo no aumenta, el crecimiento de la economía española se verá lastrado un año más, aunque parece que la confianza mejora y eso puede ser bueno; pues el consumo tienen que ver con la evolución del paro, los impuestos, la inflación y el mayor o menor endeudamiento, pero también con la esperanza.

De todas estas variables, el paro es el aspecto más dramático porque para un país como España es difícil soportar una tasa de más del 26%, lo que supone entre cinco y seis millones de parados. Aunque esto no sea totalmente cierto por el trabajo sumergido, es una cifra socialmente inadmisible, cuyas consecuencias sobre la evolución de la economía son muy negativas. Mantener, aunque sea en precario, ayudas a tanto parado y sostener los servicios sociales de sanidad y educación en estas condiciones es una carga enorme para el Estado, cuyo endeudamiento se está acercando peligrosamente al 100% del PIB. Este endeudamiento, por otro lado, lo sostiene una banca, en gran parte saneada, pero que no dedica el dinero a conceder crédito a las pequeñas y medianas empresas, que son los que podrían crear empleo, sino a prestárselo al Estado, como he dicho. Si el déficit continúa aumentando algún día volveremos a caer en el pozo de las altas primas de riesgo, etc.

El Estado, desde el gobierno de la nación hasta los ayuntamientos pasando por las comunidades autónomas y diputaciones, está haciendo un esfuerzo sin precedentes para ayudar a las familias más necesitadas, cuyo número supera casi el 50% respecto del de 2007 sólo en Castilla y León, por poner un ejemplo cercano. Según Cáritas la pobreza severa afecta a tres millones de personas en España, que viven con menos de 300 euros mensuales. Los presupuestos destinados a paliar esa pobreza suponen muchos millones de euros, lo que explica que diputaciones y ayuntamientos vean paralizadas las inversiones en obras porque hay que acudir primero a solucionar esas necesidades urgentes. ¿Cuánto tiempo se podrá aguantar si no se reduce el paro, que debe de ser el principal objetivo de cualquier política económica?

Pero ni siquiera el Estado puede sostener una ayuda continuada a tantos parados, muchos de los cuales ya no la reciben, con el peligro de caer en la indigencia. En este contexto es en el que hemos visto la importancia de la familia y de todas esas ONGs que, con un altruismo increíble, está proporcionando ayuda a miles de personas. Visto desde fuera, creo que estamos dando un ejemplo envidiable porque la sociedad española, a través de Cáritas, el Banco de Alimentos, Manos Unidas, y tantas otras ONGs como existen, han abierto lugares de acogida, comedores sociales, centros de distribución de comida, etc. No se trata de traer aquí los números, por otra parte bien conocidos por la prensa, sino de valorar lo que se está haciendo y la implicación de miles de voluntarios, sin los cuales tal ayuda nunca llegaría a sus destinatarios. Todas estas ayudas demuestran que el país está vivo y es solidario. Todavía hay esperanza. Feliz Navidad.