No se concibe Astorga sin un periódico y es larga la historia del periodismo en nuestra ciudad. Angel María Fidalgo, el último de la saga Fidalgo, acreditado periodista con un amplio historial en tan noble profesión, viene a resarcir con su libro La Luz y la familia Fidalgo un olvido inmerecido hacia una familia y al periódico de mayor tradición astorgana. Leer esta nueva publicación, que supone una gran aportación para la historia del periodismo local, produce satisfacción y, en momentos, una vibración personal, al verse uno concernido por la citación de astorganos.
¿Cómo surgió la idea de la publicación de este libro, La Luz y la familia Fidalgo?
No fue de forma casual, aunque sí bastante imprevista. Me explico. En principio, empecé a recopilar datos para elaborar una conferencia que iba a versar sobre la historia de La Luz y la trayectoria de los miembros de mi familia que se habían dedicado al periodismo. Pero la suspensión de la conferencia a causa del covid, el largo encierro provocado por el virus y, sobre todo, el acceso a ejemplares de los primeros años de existencia del periódico, hicieron que lo que había nacido con el propósito limitado de una conferencia se convirtiera en el proyecto más ambicioso de un libro, una circunstancia de la que me siento particularmente satisfecho.
La Luz nació en 1892 y fue fundada por su bisabuelo, Domingo Fidalgo Mata. ¿Cómo era aquel periódico de entonces?
En su apariencia externa, era un periódico de gran formato, con cuatro planas y con una tipografía muy rudimentaria, que se publicaba un solo día a la semana. En cuanto a sus contenidos, tanto la redacción como la presentación de las noticias respondían al gusto de la época. En la maquetación no contaba la estética; se trataba de distribuir los textos en sus respectivas secciones, sin ningún alarde tipográfico, y de aprovechar al máximo el espacio disponible, que era el que no se dedicaba a la publicidad.
De alguna manera, este libro que tiene todo lujo de detalles y una profundidad exhaustiva ha surgido porque había un hueco en la historia del periodismo astorgano que había que llenar y también como reivindicación de lo que había sido la familia Fidalgo y el periódico.
En este apartado debo reconocer, en primer término, que este libro lo tenía que haber escrito mucho antes porque de esta forma se hubieran evitado olvidos y, sobre todo, se hubiera producido un más adecuado conocimiento de lo que ha sido y significado La Luz de Astorga, durante sus muchos años de existencia. En segundo término, como apuntas en tu pregunta, el libro también tiene una cierta voluntad de reivindicación de la memoria de los miembros de mi familia, que se dedicaron al periodismo, con el doble propósito de asegurar la supervivencia del periódico familiar y de defender los intereses y aspiraciones de Astorga a través de ese medio de comunicación. De todos los periodistas de la saga, dedico una especial atención a Ernesto Fidalgo que, a su condición de periodista, añadió la de intelectual de sólida formación y la de profesor del Seminario Diocesano y del Instituto Nacional de Enseñanza Media. Pese a sus muchos merecimientos y su pasión por Astorga, la memoria ciudadana sigue teniendo a Ernesto Fidalgo en el más injusto de los olvidos.
Hablamos también de la época en que convivieron La Luz y El Pensamiento Astorgano
Durante muchos años, las dos cabeceras convivieron o coexistieron, según se quiera ver, sin más problemas o enfrentamientos o rivalidades de las que se podían considerar como razonables. Eso si, mantuvieron algunas polémicas sonadas, como la que se produjo en torno al proyecto de demolición de la parroquia de Santa Marta. Pero siempre lo hicieron con rigor, elegancia y deportividad. Al final de sus años de existencia, los dos trisemanarios tuvieron que mejorar su convivencia y sus relaciones cuando empezaron a imprimirse en la misma imprenta de mi padre, Gráficas Cornejo, y bajo la única dirección de Magín Revillo. Pero esta etapa también estuvo caracterizada por la normalidad y por la cordialidad. A fin de cuentas, con ese entendimiento empresarial y periodístico, se trataba de que la ciudad pudiera seguir contando con sus dos periódicos de siempre.
¿Su primer contacto con el periódico cuando los repartía por las periferias de la ciudad?
En casa nunca sobraban ni medios, ni manos y por eso, en cuanto tuve la edad adecuada empecé a trabajar en la imprenta. Primero igualando los pliegos, cuando salían de su primera impresión en la rotoplana y, más tarde, conduciendo una furgoneta Citröen 2CV, con la que repartíamos los periódicos en los barrios más periféricos de la ciudad. Naturalmente, el reparto era el final de una jornada en la que también había trabajado como redactor, al principio, de noticias breves, y más tarde de informaciones más importantes. Es decir, en mi caso, creo que puedo afirmar que conozco el periodismo a fondo y desde el fondo.
¿Qué opina del momento actual del periodismo en Astorga?
Si se observa la realidad del periodismo astorgano a cierta distancia, se puede hacer una valoración positiva porque el hecho de que nuestra ciudad pueda seguir contando, a pesar de todos los pesares, con un medio impreso en papel, dos periódicos digitales y una emisora de radio, es algo en sí mismo muy positivo. Sin embargo, si enfocamos mejor y vamos al detalle debemos rebajar la positividad de esa valoración porque todos los medios locales tienen que afrontar enormes dificultades en el ámbito tecnológico, en el empresarial y laboral para seguir existiendo, lo que de alguna forma hace que en el futuro aparezcan no pocas incertidumbres. En cualquier caso, creo que es de justicia reconocer el gran esfuerzo que realizan los profesionales para que todos los días les llegue a sus lectores o a sus oyentes astorganos la mejor y más puntual información.
Cuéntenos alguna anécdota curiosa que haya surgido al investigar y escribir el libro.
Pues lo más curioso que me ocurrió fue descubrir que en la librería de mi bisabuelo, Domingo Fidalgo, en algún momento, se habían llegado a vender ataúdes y hábitos de todas las órdenes y hermandades. Nunca lo hubiera imaginado y por ello, cuando pude leer el correspondiente anuncio, publicado en uno de los primeros números del periódico, me llevé una gran sorpresa. Al parecer, eran tiempos difíciles y no se podía perder ninguna oportunidad de negocio, aunque ésta no tuviera nada que ver con los libros o los artículos de librería.
Sabemos que Angel María Fidalgo tiene muchos esbozos que darán para un nuevo libro, donde de una manera humorística tratará de hacer una semblanza de algunos políticos de provincia…
La verdad es que pensaba haber colgado las botas o, por mejor decir, la pluma con este libro sobre la saga periodística de los Fidalgo, pero la opinión de un editor y, sobre todo, la revisión de algunas notas personales han hecho que me plantee la posibilidad de escribir un libro sobre mi memoria personal y profesional de muchos años de trabajo con varios Delegados Territoriales de la Junta de Castilla y León, empezando por Isabel Carrasco, que con el tiempo alcanzó una gran notoriedad, aunque lamentablemente, por su brutal asesinato. Como ya soy mayor, será un libro afectivo, benevolente e irónico, porque la ironía facilita la absolución de todos los pecados, incluso de los mortales, que cometen nuestros políticos con más frecuencia de la que muchos creen.
¿Algo más que añadir?
Pues, aprovechando la generosa oportunidad que me ofreces, quisiera añadir que a pesar de estos tiempos convulsos y pandémicos que nos ha tocado vivir, me siento feliz por haber escrito el libro sobre La Luz de Astorga y muy satisfecho por la excelente acogida que ha tenido entre los astorganos. Según me han dicho, en unos días va a aparecer la tercera edición y esto para mí es el mejor premio.