PREMIOS MUJER 2024

Amor al terruño

Se puede y se debe exaltar la esencia y el origen del lugar de donde procedemos, de donde habitamos y de donde nos hemos afincado sin caer en localismos y papanatismos si los sabemos conjugar con un papel universal conjunto de la nación.

Con las primeras noches de julio la temporada estival llega al fin tras largos meses de invierno, lluvias y fríos. El tiempo, el caballo más veloz, vuelve a ser caluroso e invita a salir, trasnochar y disfrutar aún más de la tierra donde nacimos, donde habitamos o, simplemente, donde nos hallamos. Ponferrada recuperó con buen atino hace unos años, pocos aún, su pasado templario y con él, casi sin darse cuenta, parte de su propia esencia e identidad. Los primeros ponferradinos no dejaban de ser unos castreños afincados en media docena de pallozas al lado del gran río Sil. Tuvo que ser la llegada de los monjes guerreros y la construcción de su fortaleza con todo lo que de desarrollo trajo consigo, lo que dio carácter de localidad y situó en el mapa lo que siglos después es la capital del Bierzo.

Nuestros hijos tienen que conocer más nuestra historia, nuestros orígenes, implicarse más en conocer su verdadera identidad en una tierra preñada de hechos, de gentes y de gestas para no perderse en un anonimato uniforme que pretende anular todo lo que bueno, por distinto, tenemos. La mala interpretación de lo local, de lo autóctono y la imposición forzosa de todo ello está demostrado que trae a nuestra querida nación problemas y separatismos amenazantes que no se van a consentir.

Ser uno, diferente, pero dentro de una colectividad, es algo difícil de conjugar pero tan necesario para ser fuertes como para garantizar la propia subsistencia. El Bierzo en este último año ha sufrido la mayor de las crisis sociales y económicas que jamás se habían conocido. Aquí lo hemos dicho otras veces, sólo comparada con la crisis de la filoxera, el arruinamiento del campo en tiempos pretéritos que dejó tras de sí la huida de media comarca y el hambre en los estómagos de los bercianos. Sin ánimo de ser trágicos ni grandilocuentes, el pesimismo imperante, justificado por otra parte, puede llegar a acabar con el Bierzo y con los bercianos. No lo consintamos. Tenemos materia prima, un campo rico, fértil, gente trabajadora, emprendedores y mucho tesón. Quizás echamos en falta mejores hombres dedicados a la tarea pública. E incluso entre nosotros, los supuestos notarios de la actualidad, la piratería profesional y la venta de voluntades a intereses espúreos se echa también en falta.

La noche ponferradina se hace templaria, y entre las sombras del Castillo, las figuras de otros hombres y otros tiempos se confunde con los habitantes de hoy. La temporada termina embriagados de buenos deseos para el siguiente curso.