Panaderías, estancos, gasolineras o farmacias son algunos de los establecimientos comerciales que no se han visto obligados a bajar la persiana tras la declaración del estado de alarma por la expansión del coronavirus Covid-19. En el primer día laborable desde la entrada en vigor de las medidas que restringen la circulación de ciudadanos, la normalidad es la tónica dominante entre los locales que se mantienen abiertos en la ciudad de Ponferrada y su entorno, con precauciones como el uso de guantes y mascarillas o el mantenimiento de la distancia de seguridad entre clientes para evitar contagios.
Así, en el estanco Aurora, en la localidad de Cuatrovientos, los clientes continúan acudiendo a comprar sus cajetillas de tabaco con un ritmo algo inferior al habitual, reconoce la vendedora Rita García, que señala que algunos usuarios también buscan sellar sus boletos de loterías y se encuentran con la explicación de que estos sorteos han sido suspendidos. Desde la entrada en vigor del estado de alarma, este establecimiento redujo su horario y abre únicamente por las mañanas, de 10 a 14 horas.
Detrás del mostrador, los guantes que utilizan las dependientas demuestran que el de hoy no es un día más, lo que se confirma cuando algunos clientes llegan ataviados con mascarillas. El respeto a la distancia de seguridad entre la clientela también es uno de los aspectos que destaca Rita. “Esperan fuera a su turno y entran al estanco de dos en dos”, explica.
A pocos metros, la farmacia Cuatrovientos continúa abierta para atender a los ciudadanos, aunque con la mitad del personal habitual debido a que se han establecido turnos para evitar contagios. Al respecto, la responsable del establecimiento, Raquel Hernández, valora la paciencia de la clientela para soportar esperas que son más altas que en los días habituales. “Todo va muy bien, no nos hemos encontrado ningún problema y todo el mundo está siendo muy educado”, destaca la farmacéutica.
En ese sentido, valora que los clientes mantengan la distancia de seguridad entre ellos, esperen fuera del establecimiento para ser atendidos o se sometan a medidas de desinfección al acceder al local. Por otro lado, Raquel reconoce que algunos clientes aún acuden a la farmacia con la intención de adquirir equipos de protección individual o mascarillas para su uso privado, pese a que la Junta pidió ayer a empresas y particulares que cedieran este tipo de material médico. “Son personas que por lo que sea no han visto esas noticias y siguen pidiendo ese material, pero se les explica que no pueden hacerlo”, concluye.
En una gasolinera cercana, Daniel Santiago explica que, durante estos días, el servicio de tienda se ofrece sólo por ventanilla y los repostajes se llevarán a cabo mediante autoservicio. “La gente está muy concienciada”, destaca el empleado, que avanza que el habitual horario de 7 a 23 horas probablemente se verá reducido por la bajada del tráfico. En el interior de la tienda, los trabajadores llevan guantes y tienen a su disposición desinfectante, lejía y alcohol, productos con los que estos días se extreman las medidas de higiene y limpieza. Por su parte, muchos clientes acuden con guantes y mascarillas. “A veces vemos a algún cliente que tiene problemas para repostar y al salir a ayudarle notamos que se separa para mantener la distancia”, explica Daniel.
La situación también es de normalidad en la panadería Álex y Cristina, de Camponaraya, que lleva a cabo el reparto a domicilio entre los pueblos del entorno, según explica la dueña, Cristina Canedo. Durante estos días, el conductor de la furgoneta lleva una mascarilla y deja la bolsa con el pan en la ventana de sus clientes, para evitar contactos innecesarios. En la panadería, las dimensiones del local permiten mantener la distancia entre clientes y el servicio se lleva a cabo mediante guantes diferenciados para el dinero y para el pan.
En ese sentido, Cristina llama a alcanzar el “término medio entre precaución y paranoia” y reitera que la elaboración de pan se mantendrá pese al estado de alarma. “Vamos a trabajar todos los días”, explica. De la misma manera, lamenta que algunos clientes están reservando pan para congelar y aprovisionarse. “Cuando esto pase y la gente saque el pan del congelador, las panaderías vamos a estar mirando para arriba durante cuatro días”, augura.