Adiós sardina, adiós

Entre plegarias, campanillas y lamentos Cacabelos despedía este miércoles los carnavales con su ya clásico entierro de la sardina, un evento sin igual en el Bierzo. La doliente comitiva partía pasadas las siete de la tarde desde la Plaza Mayor, acompañada por unos particulares sacerdotes, viudas y hasta el monaguillo. A ellos se sumaban calaveras y otros siniestros personajes, alguno de difícil catalogación.

El cortejo, que abría la carroza con los restos de la enorme y plateada sardina, se dirigió hasta la orilla del Cúa inmerso en una letanía, leída por el pater principal,  con la que los semejantes de la sardina, salmones, merluzas, lenguados y, en suma, todo bicho viviente en las aguas, le daban su último adiós. Una  vez allí, la difunta, como es tradicional, partía envuelta llamas aguas abajo, en busca de su destino final. Una vez concluido el rito comenzaba la fiesta con música y sardinada en la Plaza Mayor.