El hombre acusado de matar a su madre en la noche del 23 de febrero de 2015 en la capital leonesa utilizando una maza y un cuchillo de grandes dimensiones se declaró hoy culpable al inicio del juicio que se celebra contra él en la Audiencia Provincial por asesinato y robo con violencia. En un relato que comenzó con lágrimas al ser interrogado sobre el día de los hechos, se reconoció arrepentido y recordó la adicción que entonces tenía a la cocaína.
Actualmente interno en un módulo terapéutico de la prisión de Mansilla de las Mulas (León), el acusado manifestó que “me vino la idea de matar a mi madre para robarla y conseguir más dinero para consumir droga” y con esa intención se dirigió -después de haber consumido dos gramos de cocaína- a la casa de su progenitora, en la que comía y cenaba cada día. Allí, según su testimonio, la golpeó primero con una maza y después le clavó un cuchillo de grandes dimesiones repetidamente.
La mujer intentó en vano defenderse y pidió socorro varias veces sin que nadie acudiera en su auxilio. El hombre asegura que primero la golpeó con la maza pero las forenses que prestaron declaración insistieron en que su opinión es que primero se produjo el apuñalamiento, ya que de haber sido al revés, la víctima no habría tenido capacidad para reaccionar, como sí hizo según queda patente por las diversas heridas defensivas que presentaba el cadáver.
Después de matar a su madre, el hombre la tapó con una sábana y se fue a su habitación de la casa materna, donde consumió más droga. Además, revolvió la ropa de la casa y otros objetos con el fin de simular un robo. A continuación abandonó la vivienda y en las horas siguientes sacó 1.200 euros de cajeros automáticos con las tarjetas sustraídas; dinero que gastó en cocaína y prostitución.
En contra de lo que sugiere la defensa, las forenses consideran que el consumo de droga previo a la comisión del asesinato no mermó las facultades mentales del acusado y no tenía “una alteración de la inteligencia a la hora de cometer los hechos” y subrayan que si se hubiera dado esa circunstancia, no se habría molestado en modificar la escena del crimen o en tapar a su madre. Además, recordaron que conocía el lugar donde su madre tenía las tarjetas bancarias y su pin, por lo que no hubiera sido necesario acabar con su vida para robarle dinero.