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Añoranza del carbón

Nuevamente los mineros bercianos y lacianiegos se han puesto en pie de guerra. La semana pasada llevaron a cabo cortes de carreteras, por ejemplo en la A-6 a la altura de Bembibre, lo que el subdelegado del gobierno, Carlos Suárez-Quiñones, denunció como acciones “al margen de la ley”. Ayer miércoles, los sindicatos convocaron una manifestación en León que, desde la sede de UGT-CCOO, recorrió el centro de la ciudad, y aa la que asistieron según los sindicatos 10.000 personas. Al final del recorrido, Carmen Busmayor leyó un manifiesto hablando de las mentiras, especulación y usura que reina en el sector. Todos en sus gritos pusieron en solfa, una vez más al gobierno del PP, como culpable de la situación terrible de la minería provincial, y el paro a que están abocados varios miles de mineros con los ERES, que anuncian las empresas de Victorino Alonso y Hullera Vasco-Leonesa. La prensa alude a que el 20% de los nuevos parados del último año (unos 6.126), corresponde a 24 municipios mineros.

La manifestación, cómo no, contó con el apoyo de los partidos de izquierda. Estos, que acusan a Rajoy de “machacar a la minería del carbón en nuestra provincia”, olvidan quién controla la política energética de nuestro país y cómo se ha llegado a ello: compañías eléctricas privadas y sin más interés nacional que el beneficio de sus accionistas. Por ejemplo Endesa, que nació en el Bierzo en 1944 ligada a la minería del carbón, y ya no es una empresa española: unos la privatizaron y otros la vendieron a la italiana Enel, participada por el Estado italiano, que llevó a su consejo de administración a miembros del gobierno de Zapatero, cobrando de este modo el favor. Ahora se extrañan aquellos partidos de que no compre carbón nacional y que no quiera participar en el proyecto de captura de CO2, que promueve la Ciuden en Cubillos del Sil, teniendo el suyo en Italia. A buenas horas, la Junta de Castilla y León autoriza el proyecto de Oxicombustión para poder quemar en Compostilla carbón sin los problemas medioambientales que la sociedad y la UE rechazan.

Tal proyecto, como se está poniendo la situación minera en la provincia de León, tampoco tiene el interés que tuvo, pues su coste supera los 1.500 millones de euros. No es que no haya carbón en la provincia. Lo que no interesa es un carbón poco competitivo. Por tanto, empresas que no tienen ningún interés nacional sino el beneficio de sus accionistas, ¿por qué habrían de consumirlo? La producción nacional fue el pasado 2012 de 6’5 millones de toneladas, mientras que se importaron 22’4 millones de países como Colombia, Indonesia, Rusia, Polonia. Quiere decir que las centrales térmicas, especialmente las más cercanas a la costa, queman carbón extranjero que les resulta más barato. Además, a este le ha salido un competidor en el gas como energía térmica, pero en España quien lo controla es Gas Natural, empresa de una Cataluña que está diciendo adiós a España, con el silencio cómplice de muchos. Por no hablar del apoyo de Zapatero a otras energías alternativas, como las solares y eólicas.

Este el contexto en el que hay que entender la crisis de la minería del carbón, en un año además en que la lluvia nutre los pantanos, cuya energía hidráulica produce electricidad en abundancia para un país en que la necesidad de ha disminuido por causa de la crisis general. Todo esto no cuenta para los mineros leoneses y asturianos que protestan contra el gobierno porque no llegan las ayudas al carbón, protestas razonables, aunque no siempre sean acertadas en sus métodos. Ciertamente, el Ministerio de Industria incumple sus compromisos de ayuda, adeudando del pasado ejercicio más de 70 millones de euros a Uminsa, Coto Minero de Cantábrico, Hullera vasco Leonesa, Viloria, lo que ha supuesto a estas empresas cuantiosas pérdidas, que repercuten en sus trabajadores reteniendo sus nóminas. La incógnita de las ayudas para 2013 resulta aún más preocupante porque el gobierno quiere reducirlas a su mínima expresión.

Por otro lado, las centrales térmicas llevan meses sin quemar carbón y en sus programas está el reducir el consumo del leonés en casi un 30%, aunque estos días se habla de un acuerdo de HVL con la central de la Robla para la compra de varios miles de toneladas, y Endesa ha encendido un grupo de Compostilla. Si no se produce energía térmica no hay consumo de carbón, que se acumula en los parques en cantidades enormes, que ocupan mucho y son difíciles de financiar. Todo esto aboca a ERES que van a afectar, al parecer, a 3.000 mineros en León (la FELE habla de 13.000 contando con el empleo indirecto). No extraña las protestas ni las manifestaciones de los mineros, les va el futuro en ello. Tienen mi apoyo. Lo que me indigna es el cinismo de los partidos y sindicatos que protestan ahora, cuando callaron antes. Si no hay futuro, como dice Acom, que al menos el cierre de las minas no sea brusco ni caótico, sino ordenado.

Desconozco si hay futuro, aunque la actividad minera parece estar en las últimas y será casi imposible que resucite, porque para ello se requieren condiciones que ya no están en manos españolas el poderlas controlar. La más importante la existencia de empresas eléctricas propias o con intereses nacionales. A diferencia de Argentina o Bolivia, en España no se puede, con la excepción de la Junta de Andalucía en el tema de las viviendas por el asunto de los desahucios, lanzar el grito bolivariano de “exprópiese”. Es un país sometido al imperio de la ley y con acuerdos internacionales que no pueden saltarse a la torera. El carbón es solo recuerdo, añoranza de una época en que vivificó la economía provincial, y ni siquiera manifestaciones como las que se ayer agitando las calles de León y Mieres, por el “hostigamiento” del Ministerio de Industria a las cuencas mineras, impedirán su cierre.

Quizá lo único que queda sea invertir en aquellas empresas y minas que sean realmente rentables y competitivas. Habría que salvar lo salvable porque lo aconsejan muchas razones. El carbón debería considerarse un sector estratégico, pues es un recurso abundante en España que, tal vez un día, sea nuevamente necesario explotar. Además, lo hemos dicho muchas veces, la minería del carbón tiene una gran influencia en el poblamiento de zonas que, sin ella, se despoblarían, como así ha ocurrido en las que esta actividad se abandonó hace años, como Sabero. Necesita ayudas pero esas ayudas pueden rentabilizarse porque la minería genera mucho empleo inducido, además del directo. Esa riqueza y los impuestos que genera deberían justificar las ayudas. Existe todavía un plazo hasta 2018, por lo menos, periodo del nuevo marco regulador. Por eso, el gobierno ha de ser flexible. Si la manifestación sirve para eso, bienvenida sea.