A pesar del tono bajo, casi de susurro con el que se ha iniciado la precampaña a las generales, en el aire flota una inquietud por ver en qué demonios termina todo esto. A nivel general, la sociedad parece que se radicalizará a la hora de depositar el voto a finales de mes. Todos los protagonistas de esta tragicomedia han desempeñado un papel. Los ciudadanos van a dar el óscar a quien mejor lo haya representado. Siendo esto así, en Podemos se vio más deseo de sillones que de otra cosa. O incluso en el PSOE, donde se anhelaba la presidencia por encima de casi todo. Ciudadanos, como cuarto en liza, se movió para la foto y hacerse notar, vamos, que ellos también estaban presentes. Y Mariano, don Mariano, esperó y esperó sabedor de que el dominó no casaba finalmente las cuentas se colocasen las fichas de la forma que fueran. Todo es matizable, por supuesto que sí.
En León por la pérdida de un escaño al Congreso, que eso ya demuestra que las cosas no van bien, el PP parte con el deseo de repetir dos diputados y tres senadores, lo que sería la gloria bendita para el aparato interno y para los planes de futuro de cara a remodelaciones regionales, provinciales y demás. Toda maquinaria congresual se ha parado por mor de la repetición de comicios
Los socialistas no andan muy distintos. Se sabe que el liderazgo de Constantino Rodríguez se topa con gruesas piedras en León y Madrid. Y tan solo unos resultados mejores que los anteriores eliminarían las sombras de recambio que anhelan unos pocos. En Ciudadanos todavía andan con la depuración de cuadros y mandos internos tras la etapa Sadat. Nadie a priori los ve fuertes. Y la gran duda proviene del matrimonio IU-Podemos que, esta vez sí, pueda birlarle al socialismo su hegemonía de izquierdas en León.
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