La Alegría

Recordaba estos días a mis abuelos y a mis tíos, diciéndome que en la Cuaresma no se podía escuchar música, de la televisión no hablaban porque, en su tiempo, ésta, ni estaba ni se la esperaba; nada de ir de baile, no se cantaba aunque fuese en la ducha…bueno, en el barreño, pues tampoco las duchas formaban parte de la “decoración”. Era Cuaresma, tiempo de penitencia y “flagelación”, más que de conversión, porque con estas medidas más parecía una “inconversión”. Yaaaaa, me acabo de inventar la palabra. No nos pongamos estupendos. Lo que quiero decir es que toda esta tristeza, falta de alegría, caras largas, colores oscuros (también eran norma), parecen, no, son absolutamente contrarios a la conversión y vida cristiana.

Una de las “señales” con las que más me gusta que nos identifiquen a los cristianos es, precisamente, con la alegría, con la sonrisa. “Un cristiano triste es un triste cristiano”. Esta simple frase, que escuché siendo muy niña, se me ha quedado como una oración. Cierto que no siempre es fácil, pero ¡caramba!, por eso merece tanto la pena estar alegres, por las dificultades que a veces nos surgen para seguir sonriendo. Porque una cosa es la alegría, la sonrisa de quien pone su esperanza en Cristo y otra tener una sonrisa bobalicona, vacía, forzada, tirante, falsa en definitiva. Seamos cristianos, cristianos alegres, aunque sea redundante, que no es lo mismo que idiotas o inconscientes.

Y si la palabra “alegría” es una de las que más me gustan del español, escuchando estos días al Papa Francisco hablando en italiano: “Questa è la certezza, la ragione di tanta gioia, di tanta allegria, di tanta festa….”. “Esta es la certeza, la razón de tanto gozo (alegría), de tanta alegría, de tanta fiesta…”, ahora puedo decir que suena genial se diga en el idioma que se diga. Lo repitió a los sacerdotes, a los seglares que acudieron a distintas audiencias…GOIA…Utilizó esta expresión en distintos momentos para referirse a la “alegría cristiana”. Gozo, joya, también así se puede traducir, que lo miré, porque desde el principio a mi me sonaba a “joya”. Y eso es lo que me parece, una imagen preciosa, de piedra o metal precioso, porque ese es el “tesoro que llevamos en vasos de barro”, Cristo, nuestra alegría.

Y para acabar, un buen consejo del Papa a los sacerdotes, pero podemos aplicarlo a todos nosotros: “Si algo en tu vida no funciona, o tal vez has perdido la alegría, el gozo, el ánimo…hazte esta pregunta: ¿cómo acabas el día?, ¿con Dios o con la televisión?”. Risas generalizadas, también el Papa se rió. Es posible que después de todo necesitemos ayunar de tantas distracciones, no por jolgorio como creían nuestros ancestros, si no porque nos apartan o nos hacen dejar de lado a Dios. Y ya puestos empezar también nuestros días con Él.

Lo dicho, estad alegres, “sed” alegres para dar alegría a los demás. Que la sonrisa sea la “goia”, la “joya” que adorne nuestros rostros, nuestra carta de presentación.